Page 10 - Autobiografia de mi Madre v.2
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.sus visitas con bastante regularidad, de forma que cuan­  que así era corno funcionaba el mundo. Yo no hablaba
             do  una vez  no  apareció corno  solfa,  lo noté.  Dije:   · y no tenía intención de hablar.
             "¿Dónde está mi padre?"                                 Un día, sin querer, rompí un  plato, el único plato de
                Lo dije en inglés -no en criollo francés ni en crioBo   aquel tipo que Euníce había tenido nunca, un plato de
             inglés, sino en inglés puro y llano-, y eso hubiera debi­  porcdana fina, y mis labios no pronuncíaron las pala­
             do  ser  lo  sorprendente:  no  el  hecho  de que  hablara,   bras "lo siento' . La tristeza que ella expresó ante esa
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             sino que lo hiciera en 1ngiés )  una Jengua en la que nunca   pérdida me fascinó; era una aflicción tan concentrada,
             había oído hablar a nadie. Ma Eunice y sus hijos habla­  tan abrumadora 1  tan profunda como si hubiera muer­
             ban en la Jengua de Dominica, el cáollo francé3, y en   to un ser querido. Se pellh:có los gruesos y fláccidos
             cuanto a mi padre, cuando hablaba conmigo, también      pliegues de su vientre )  se tiró de los pelos }  se dio gol­
             se <lfrigfa a mí en esa lengua, no por ofenderme sino   pes de pecho; de sus ojos manaron grandes lagrimones
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             port¡ue creía que  era lo único que yo entendía.  Pero   que se deslízaron por sus me}illas )  tan profusamente
             nadie se dio cuenta� todos se limitaron a maravillarse   , ue para mi mente infantil no habría sido ninguna sor­
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             de gue por fin hubiera hablado y hubiera preguntado     presa ver que  de  ellas  brotaban  de  repente sendos
             por la ausencia de mi padre. El hecho de que las pri­   manantiales de agua, como en una fábula o un cuento
             meras palabras que articulé en mí vida fueran dichos    de hadas. :'.le había advertido en repetidas ocasiones
             en la lengua de un pueblo que nunca me gustaría y al    que no tocara aquel plato, pues me había visto obser­
             que  jamás  aprcdarfa ya no constituye ahora  ningún    varlo  con  una curiosidad  obsesiva.  Yo  !o  miraba Y
             misterio  para mí;  todo  en  mi  vida,  bueno  o  malo,   pensaba en el dibujo pintado en su superficie, la ima­
             todo aquello a )o que estoy inextricablemente  atada,   gen de un paisaje campestre repleto de hierba y flores,
             es fuente de doior.                                     con los más delicados matices de amarillo, rosai azul Y
               Entonces tenía cuatro años de edad y veía el mun­     verde; ei delo estaba iluminado por un so) reluciente
             do  como  una  serie de  líneas  suaves  y difuminadas   pero no abrasador; las nubes eran delgadas, desvaídas
             unidas  entre  sí, como un esbozo en carboncnlo; así,    y dispersas a modo de detalle decorativo, no densos
             cuando tni padre venía a llevarse su ropa, lo único que   cúmulos amenazadores )  no cl presagio de un desastre.
             ycfa era que aparecía de repente en el estrecho sendero   Aquella imagen no representaba más que un campo
             que conducía desde d camino prínciprtl hasta la puerta   lleno de bierba v flores en un día soleado, pero de ella
             de la cas:a en l� que yo vívfa y que Juego, hecho 1o que   emanaba dcrta �tmósfera de secreta exuberancia, feli­
            habfa venido a hacer� desaparecía de nuevo tras la cur­   cidad y soslego;  en  la parte  inferior habfa  una sola
            va en c1 cruce de caminos. Yo no sabía qué había más      palabra escrita en letras doradas: Paraíso. Naturalmen-
             allá del sendero, no sabía si cuando ie perdfa de vista   te, no se trataba en absoluto de ninguna alegoría del
             continuaba siendo mi padre o se de$va.necfa para con­    paraíso; era una imigen idealizada de la campiña lngle­
            vertirse en al go  completa1nente djstinto y no volvería a   sa) pero eso yo no lo sabía� no sabía  siquiera que tal
             verle nunca bajo  !a forma de mi padre. Era algo que     cosa, la campiña inglesa )  exísdera. Y tampoco lo sabía
            habría aceptado sin  más. Podría haber llegado a creer


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