Page 12 - Autobiografia de mi Madre v.2
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Eunicc; eilft crefa c,1ue aquclb pintura era una imagen débit y enmarcado en un escenario de tierra, mar y
dd parafao que le ofrecía secretamente la p romesa de , cielo, y Eunice en pie anee mí, mostrándoseme en una
una vida Ubre de preocupaciones, responsabilidades y sucesión de meramorfosis que la cnnvertiár! en un ser
deseos. más. fur1oso e inhumano a cada palabra que salía de
Cuando rompí el plato de porcelana en el gue esta sus labios, con su ralo vestido de algodón mal tejido,
ba pintada esa imagen y cuya pérdida hizo llorar tanto la parte superior de un color y dibujo que no iban a
a Ma Eunicc, no sentí la necesidad de pedir perdón de tono con la falda, su pelo enmarañado y sin lavar des
f o rma inmediata, ni sentí Ia necesjdad de pedir perdón de hada muchos meses envuelto en un pedazo de tela
al poco rato; no sentí la necesidad de perdirle perdón vieja que llevaba sin lavar aún más tiem p o q ue el cabe
hasta mucho tietnpo después, y para entonces ya era llo? El vestido, orra vez: en algún rnomento había estado
dcmasfado tarde para decírselo� había muerto; quizá nuevo y limpio, y !a suciedad lo había ajado, pero la
fue al paraíso l' vio realizada la promesa <¡ue simboli propia suciedad había hecho que fuera nuevo una vez
zaba aquel plato. Cuando rompí el plato y no pedí rnlis, al proporcionarle una pátina de sombras y colo
perdón, maldi¡o a mi madre muerta, maldijo a mi pa res que no había tenido antes } y esa 1nisma suciedad
dre, me maldijo a mí. Las palabras que utilizó no acabaría desintegrándolo por completo, aunque ella no
si g nificaban nada; las comprendí, pero no me hirieron era una mujer suda, se lavaba ios pies rodas las noches.
po«1uc no sentía afecto por ella. Y el1a no sentía afecto Ei día estaba despejado, no era tiempo de lluvias,
por mí, .M e hizo poner de rodillas sobre un montón habí:a al g unos hombres en el mar lanzando las redes,
de piedras que estaban apiladas, como debía ser, en un aunque no iban a tener buena pesca precisamente por�
lugar en el que daba el sol durante todo el día, con !as que era un día claro; tres de sus hijos estaban comiendo
manos levantadas por encima de la cabeza y so.stenien� pan y formaban con la miga pequeñas bolitas que me
do en cada una de elias un enorme pedrusco. Su arrojaban como si fueran piedras mientras estaba allí
intención era. tenerme en esa postura hasta que dijera arrodillada, riéndose de mí; y en el cieJo no había una
k1� palabras "Jo sientd', pero yo no las pronuncié� no sola nube y no corría ni una brizna de aire; y una mos
pude pronunciarlas. Era más fuerte que mi propia vo ca volaba sln cesar por delante de mJ cara, a veces
luntad; aquellas palabras no podían salir de mis labios, p osándose en la comisura de mi boca; un fruto dema
Permanecí en aquella posición hasta que a ella ya no le siado maduro cayó de un árbol del pan, y el sonido
quedaron fuerzas para seguir maldiciéndome a mí v a que produjo al caer fue como el de un puño golpean
todos mis antepasados. do una zona blanda y carnosa del cuerpo. Todo eso,
¿ Por qué aquel castigo habría de causar en mí una todo eso lo recúerdo ... ¿por qué aquello habria de cau
impresi6-n tan imborrable, impregnado corno estaba sar en mí una impresión tan imborrable?
en todos sus aspectos del aroma que envuelve la rela .Mientras estaba allí arrodillada vi tres tortugas de
ción existente entre el carcelero y el cautivo, el amo y el tierra entrando y saliendo lentamente del pequeüo es
esclavo, con su patente simbolismo acerca del grande pacio que q u edaba bajo la casa, y me enamoré de el1as,
Y el pequeño, el poderoso y el desvalido, el fuerte y el .-quería tenerlas cerca, quería hablar sólo con ellas cada
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