Page 90 - Fahrenheit 451
P. 90
En una ocasión, cuando niño, se había sentado en una ¡« Denham» lo consigue!
duna amarillenta junto al mar, bajo el cielo azul y el calor «Considera los lirios, los lirios, los lirios ... »
de un día de verano, tratando de llenar de arena una «Detergente Dental Denham. »
criba, porque un primo cruel había dicho: «Llena esta -¡Calla, calla, calla!
criba, y ganarás un real. » Y cuanto más aprisa echaba Era una súplica, un grito tan terrible que Montag se
arena, más velozmente se escapaba ésta produciendo un encontró de pie, mientras los sorprendidos pasajeros del
cálido susurro. Le dolían las manos, la arena ardía, la vagón le miraban, apartándose de aquel hombre que t nía
�
criba estaba vacía. Sentado allí, en pleno mes de julio, sin expresión de demente, la boca contraída y reseca, el libro
un sonido, sintió que las lágrimas resbalaban por sus me abierto en su puño. La gente que, un momento antes, ha
jillas. bía estado sentada, llevando con los pies el ritmo de
Ahora, en tanto que el «Metro » neumático le llevaba «Dentífrico Denham», «Duradero Detergente Dental
velozmente por el subsuelo muerto de la ciudad, Montag Denham », «Dentífrico Denham», Dentífrico, Dentífrico,
recordó la lógica terrible de aquella criba, y bajó la mirada uno, dos, uno, dos, uno dos tres, uno dos, uno dos tres.
y vio que llevaba la Biblia abierta. Había gente en e1 «Me La gente cuyas bocas habían articulado apenas las pala
tro», pero él continuó con el libro en la mano, y se le ocu bras Dentífrico, Dentífrico, Dentífrico. La radio del
rrió una idea absurda: «Si lees aprisa y lo lees todo, quizá «Metro » vomitó sobre Montag, como represalia, una
parte de la arena permanezca en la criba.» Pero Montag carga completa de música compuesta de hojalata, cº? e,
;
_
leía y las palabras le atravesaban, y pensó: «Dentro de plata, cromo y latón. La gente era forzada a la sum1s10n;
unas pocas horas estará Beatty y estaré yo entregándole no huía, no había sitio donde huir; el gran convoy neu
esto, de modo que no debe escapárseme ninguna frase. mático se hundió en la tierra dentro de su tubo.
Cada línea ha de ser recordada. Me obligaré a hacerlo. » -Lirios del campo.
Apretó el libro entre sus puños. «Denham. »
Tocaron unas trompetas. «¡He dicho lirios!»
«Dentífrico Denham. » La gente miraba.
«Cállate -pensó Montag-. Considera los lirios en el -Llamen al guardián.
campo. » -Este hombre está ido ...
«Dentífrico Denham. » «¡ Knoll Wiew! »
«No mancha ... » El tren produjo un siseo al detenerse.
«Dentífrico ... » «¡Knoll Wiew! » Un grito.
«Considera los lirios en el campo, cállate, cállate.» «Dcnham.» Un susurro.
«¡Denham! » Los labios de Montag apenas se movían.
Montag abrió violentamente el libro, pasó las páginas -Lirios ...
y las palpó como si fuese ciego, fijándose en la forma de La puerta del vagón se abrió produciendo un silbido.
las letras individuales, sin parpadear. Montag permaneció inmóvil. La puerta empezó a ce
«Denham. Deletreando: D-e-n ... » rrarse. Entonces, Montag pasó de un salto junto a los
«No mancha, ni tampoco ... » otros pasajeros chillando interiormente, y se zambulló,
Un fiero susurro de arena caliente a través de la criba en el último momento, por la rendija que dejaba la puerta
vacía. corrediza. Corrió hacia arriba por los túneles, ignorando
88