Page 18 - Fahrenheit 451
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manga de él y el disco de fénix en su pecho, volvió a ha -Bueno -dijo ella por fin-, tengo diecisiete años y
blar. estoy loca. Mi tío dice que ambas cosas van siempre jun
-Claro está -dijo-, usted es la nueva vecina, ¿ver tas. Cuando la gente te pregunta la edad, dice, contesta
dad? siempre: diecisiete años y loca. ¿ Verdad que es muy agra
-Y usted debe de ser -ella apartó la mirada de los dable pasear a esta hora de la noche? Me gusta ver y oler
símbolos profesionales- el bombero. las cosas y, a veces, permanecer levantada toda la noche
La voz de la muchacha fue apagándose. andando, y ver la salida del sol.
-¡De qué modo tan extraño lo dice! Volvieron a avanzar en silencio y, finalmente, ella
-Lo ... Lo hubiese adivinado con los ojos cerrados dijo, con tono pensativo:
-prosiguió ella, lentamente. -¿Sabe? No me causa usted ningún temor.
-¿Por qué? ¿Por el olor a petróleo? Mi esposa siem- Él se sorprendió.
pre se queja -replicó él, riendo-. Nunca se consigue -¿Por qué habría de causárselo?
eliminarlo por completo. -Le ocurre a mucha gente. Temer a los bomberos,
-No, en efecto -repitió ella atemorizada. quiero decir. Pero, al fin y al cabo, usted no es más que
Montag sintió que ella andaba en círculo a su alrede un hombre ...
dor, le examinaba de extremo a extremo, sacudiéndolo si Montag se vio en los ojos de ella, suspendido en dos
lenciosamente y vaciándole los bolsillos, aunque, en rea brillantes gotas de agua, oscuro y diminuto, pero con
lidad, no se moviera en absoluto. mucho detalle; las líneas alrededor de su boca, todo en su
-El petróleo -dijo Montag, porque el silencio se sitio, como si los ojos de la muchacha fuesen dos mila
prolongaba- es como un perfume para mí. grosos pedacitos de ámbar violeta que pudiesen captu
-¿ De veras le parece eso? rarle y conservarle intacto. El rostro de la joven, vuelto
-Desde luego. ¿Por qué no? ahora hacia él, era un frágil cristal de leche con una luz
Ella tardó en pensar. suave y constante en su interior. No era la luz histérica
-No lo sé. -Volvió el rostro hacia la acera que con de la electricidad, sino ... ¿Qué? Sino la agradable, extraña
ducía hacia sus hogares-. ¿ Le importa que regrese con y parpadeante luz de una vela. Una vez, cuando él era
usted? Me llamo Clarisse McClellan. niño, en un corte de energía, su madre había encontrado
-Clarisse. Guy Montag. Vamos. ¿Por qué anda tan y encendido una última vela, y se había producido una
sola a esas horas de la noche por ahí? ¿ Cuán.tos años breve hora de redescubrimiento, de una iluminación tal
tiene? que el espacio perdió sus vastas dimensiones y se cerró
Anduvieron en la noche llena de viento, por la pla confortablemente alrededor de ellos, madre e hijo, solita
teada acera. Se percibía un debilísimo aroma a albarico rios, transformados, esperando que la energía no volviese
ques y frambuesas; Montag miró a su alrededor y se dio quizá demasiado pronto ...
cuenta de que era imposible que pudiera percibirse aquel En aquel momento, Clarisse McClellan dijo:
olor en aquella época tan avanzada del año. -¿No le importa que le haga preguntas? ¿Cuánto
Sólo había la muchacha andando a su lado, con su ros tiempo lleva trabajando de bombero?
tro que brillaba como la nieve al claro de luna, y Montag -Desde que tenía veinte años, ahora hace ya diez
comprendió que estaba meditando las preguntas que él le años .
había formulado, b 1 .1scando las mejores respuestas. -¿Lee alguna vez alguno de los libros que quema?
.
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