Page 168 - Fahrenheit 451
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-Lo siento. A las ciudades no les van a ir bien las co «¿ Qué diste a la ciudad, Montag ?»
sas en los próximos días -dijo Granger. «Ceniza. »
-Es extraño, no la echo en falta, apenas tengo sensa «¿Qué se dieron los otros mutuamente? »
ción -dijo Montag-. Incluso aunque ella muriera, me «Nada. »
he dado cuenta hace un momento, no creo que me sin Granger permaneció con Montag, mirando hacia
tiera triste. Eso no está bien. Algo debe de ocurrirme. atrás.
-Escuche -dijo Granger, cogiéndole por un brazo y -Cuando muere, todo el mundo debe dejar algo de
an?ando a su lado, mientras apartaba los arbustos para trás decía mi abuelo. Un hijo, un libro, un cuadro, una
deprle pasar-. Cuando era niño, mi abuelo murió. Era cas;, una pared levantada o un par de zapatos. O un jar
escultor. También era un hombre muy bueno, tenía mu dín plantado. Algo que tu mano tocará de un modo espe
cho amor que dar al mundo, y ayudó a eliminar la mise cial, de modo que tu alma tenga algún sitio a donde ir
ria en nuestra ciudad; y construía juguetes para nosotros, cuando tú mueras, y cuando la gente mire ese árbol, o esa
y se dedicó a mil actividades durante su vida; siempre te flor, que tú plantaste, tú estarás allí. «No importa lo que
n�a las manos ocupadas. Y cuando murió, de pronto me hagas -decía-, en tanto que cambies algo respecto a
d1 cuenta de que no lloraba por él, sino por las cosas que como era antes de tocarlo, convirtiéndolo en algo que
hacía. Lloraba porque nunca más volvería a hacerlas, sea como tú después de que separes de ellos tus manos.
nunca más volvería a labrar otro pedazo de madera y no La diferencia entre el hombre que se limita a cortar el
nos ayudaría a criar pichones en el patio, ni tocaría el césped y un auténtico jardinero está en el tacto. El ort
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violín como él sabía hacerlo, ni nos contaría chistes. For dor de césped igual podría no haber estado allí, el ¡ard1-
maba parte de nosotros, y cuando murió, todas las activi nero estará allí para siempre.»
dades se interrumpieron, y nadie era capaz de hacerlas Granger movió una mano.
como él. Era individualista. Era un hombre importante. -Mi abuelo me enseñó una vez, hace cincuenta años,
Nunca me he sobrepuesto a su muerte. A menudo pienso unas películas tomadas desde cohetes. ¿ Ha visto alguna
en las tallas maravillosas que nunca han cobrado forma a vez el hongo de una bomba atómica desde trescientos ki
causa de su muerte. Cuántos chistes faltan al mundo, y lómetros de altura? Es una cabeza de alfiler, no es nada.
cuántos pichones no han sido tocados por sus manos. Y a su alrededor, la soledad.
Configuró el mundo, hizo cosas en su beneficio. La no »Mi abuelo pasó una docena de veces la película to
che en que falleció, el mundo sufrió una pérdida de diez mada desde el cohete, y, después manifestó su esperanza
millones de buenas acciones. de que algún día nuestras ciudades se abrirían para dejar
Montag anduvo en silencio. entrar más verdor, más campiña, más Naturaleza, que re
-Millie, Millie -murmuró-. Millie. cordara a la gente que sólo disponemos de un espacio
-¿Qué? muy pequeño en la Tierra y que sobreviviremos en e e
�
-Mi esposa, mi esposa. ¡Pobre Millie, pobre Millie! vacío que puede recuperar lo que ha dado, con tanta faci
No puedo recordar nada. Pienso en sus manos, pero no lidad como echarnos el aliento a la cara o enviarnos el
las veo realizar ninguna acción. Permanecen colgando mar para que nos diga que no somos tan importantes.
fláccidamente a sus lados, o están en su regazo, o hay un »Cuando en la oscuridad olvidamos lo cerca que esta
cigarrillo en ellas. Pero eso es todo. mos del vacío -decía mi abuelo-, algún día se presen
Montag se volvió a mirar hacia atrás. tará y se apoderará de nosotros, porque habremos olvi-
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