Page 173 - Fahrenheit 451
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La primera bomba estalló.  puerta donde tendría que haber habido una venta a, un
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 -¡Mildred!  tejado en el sitio de un cimiento, y, después, la cmdad
 Quizá, ¿quién lo sabría nunca? Tal vez las estaciones  giró sobre sí misma y cayó muerta.
 emisoras, con sus chorros de color, de luz y de palabras,  El sonido de su muerte llegó más tarde.
 fueron las primeras en desaparecer.
 Montag, cayendo de bruces, hundiéndose, vio  o sin­
 tió, o imaginó que veía o sentía, cómo las paredes se os­  Tumbado, con los ojos  cubiertos de polvo, con una
 curecían frente  al rostro de Millie, oyó los chillidos  de  fina capa de polvillo de cemento en su boca, ahora ce­
 ella, porque, en la millonésima de segundo que quedaba,  rrada, jadeando  y  llorando, Montag  volvió  a  pensar:
 ella vio su  propio  rostro  reflejado  allí, en un  espejo en  recuerdo  recuerdo, recuerdo algo más.  ¿ Qué es? Sí, sí,
 vez de en una bola de cristal, y era un rostro tan salvaje­  parte del  'Eclesiastés y de la Revelación. Parte de ese libro,
 mente vacío, entregado a sí mismo en el salón, sin tocar  parte de él, aprisa, ahora,. aprisa antes de que se me es­
          cape, antes de que cese el viento. El libro del Eclesiastés.
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 � ada, hambrie to y saciándose consigo mismo, que, por  Ahí va. Lo recitó para sí mismo, en silencio, tumbado so­
 fm, lo reconoció como el suyo propio y levantó rápida­
 mente la mirada hacia el techo cuando éste y toda la es­  bre la  tierra temblorosa, repitió muchas  veces las pala­
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 tructura del hotel se derrumbó  sobre ella, arrastrándole  bras, y le salieron perfectas, sin esfuerzo, y por ningu a
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 con un millón  de  kilos de ladrillos, de metal,  de  yeso,  parte había «Dentífrico Denham», era tan sólo el Pred ­
 de madera, para reunirse con otras personas en las colme­  cador entregado a sí mismo, erguido allí en su mente, mi­
 nas de más abajo, todos en rápido descenso hacia el só­  rándole  ...
 tano, donde finalmente la explosión le libraría de todo a  -Allí -dijo una voz.
 su manera irrazonable.  Los hombres yacían boqueando como peces fuera del
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 Recuerdo. Montag se aferró al suelo. Recuerdo. Chica­  agua. Se aferraban a la tierra como los niños se aferra a
 go.  Chicago,  hace mucho  tiempo. Millie y yo.  ¡Allí fue  los objetos familiares, por muy fríos y muertos que esten,
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 donde  nos  conocimos!  Ahora  lo  recuerdo.  Chicago.  sin importarles lo  que ha ocurrido o lo que puede oc ­
 Hace mucho tiempo.  rrir· sus dedos estaban hundidos en el polvo y todos gn­
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 La explosión sacudió el aire sobre el río, derribó a los  tab�n para evitar la rotura de sus tímpa os, para evitar el
 hombres como fichas de dominó, levantó el agua de su  estallido de su  razón, con las bocas  abiertas, y Montag
 cauce, aventó el polvo e hizo que los árboles se inclinaran  gritaba con ellos, una protesta contra el viento que les
 hacia el Sur. Montag, agazapado, haciéndose todo lo pe­  arrugaba los rostros, les desgarraba los labios y les hacía
 queño posible, con los ojos muy apretados. Los entrea­  sangrar las narices.
 brió por un momento y, en aquel instante, vio la ciudad,  Montag observó  cómo la inmensa nube de polvo iba
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 en vez de las bombas, en  el aire. Habían permutado sus  posándose, y  cómo  el  inmenso  silencio  ªía sobre el
                                         _ ,
 posiciones. Durante otro de esos instantes  imposibles, la  mundo. Y allí, tumbado, le parec10 que veia cada grano
 ciudad se irguió, reconstruida e irreconocible, más alta de  de polvo y cada brizna de hierba, y que oía todos los gri­
 lo  que  nunca había esperado  ser, más alta  de lo que el  tos y voces y susurros que se elevaban en el mun?º·  El
 hombre la había edificado, erguida sobre pedestales de  silencio cayó junto con el polvo, y sobre todo el uempo
                                                             _
 hormigón triturado y briznas de metal desgarrado, de un  que necesitarían para mirar a su alrededor, para conseguir
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 millón  de colores, con un  millón  de  fenómenos,  una  que la realidad de aquel día penetrara en sus sentidos.
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