Page 49 - La Casa de Bernarda Alba
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LA CASA DE BERNARDA ALBA
ADELA: ¡Qué cariño tan grande te ha entrado de pronto por mi
hermana!
LA PoNCIA: No os tengo ley a ninguna, pero quiero vivir en casa
decente. ¡No quiero mancharme de vieja!
ADELA: Es inútil tu consejo. Ya es tarde. No por encima de ti que
eres una criada, por encima de mi madre saltaría para apagarme
este fuego que tengo levantado por piernas y boca. ¿Qué puedes
decir de mí? ¿Que me encierro en mi cuarto y no abro la puerta?
¿Que no duermo? ¡Soy más lista que tú! Mira a ver si puedes agarrar
la liebre con tus manos.
LA PoNCIA: No me desafíes, Adela, no me desafíes. Porque yo puedo
dar voces, encender luces y hacer que toquen las campanas.
T
ADELA: r ae cuatro mil bengalas amarillas y ponlas en las bardas del
corral. Nadie podrá evitar que suceda lo que tiene que suceder.
LA PoNCIA: ¡Tanto te gusta ese hombre!
ADELA: ¡Tanto! Mirando sus ojos me parece que bebo su sangre
lentamente.
LA PoNCIA: Yo no te puedo oír.
ADELA: ¡Pues me oirás! Te he tenido miedo. ¡Pero ya soy más
fuerte que tú! (Entra Angustias).
ANGUSTIAS: ¡Siempre discutiendo!
LA PoNCIA: Claro. Se empeña que con el calor que hace vaya a
traerle no sé qué de la tienda.
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