Page 51 - La Casa de Bernarda Alba
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LA CASA DE BERNARDA ALBA
MAGDALENA: Yo no pienso dar una puntada.
AMELIA: Y mucho menos criar niños ajenos. Mira tú cómo están
las vecinas del callejón, sacrificadas por cuatro monigotes.
LA PoNCIA: Esas están mejor que vosotras. ¡Siquiera allí se ríe y
se oyen porrazos!
MARTIRIO: Pues vete a servir con ellas.
LA PONCIA: No. a me ha tocado en suerte este convento. (Se
Y
oyen unos campanillos lejanos como a través de varios muros).
MAGDALENA: Son los hombres que vuelven del trabajo.
LA PoNCIA: Hace un minuto dieron las tres.
MARTIRIO: ¡Con este sol!
ADELA: (Sentándose). ¡Ay, quién pudiera salir también a los campos!
MAGDALENA: (Sentándose). ¡Cada clase tiene que hacer lo suyo!
MARTIRIO: (Sentándose). ¡Así es!
AMELIA: (Sentándose). ¡Ay!
LA PoNCIA: No hay alegría como la de los campos en esta época.
Ayer de mañana llegaron los segadores. Cuarenta o cincuenta
buenos mozos.
MAGDALENA: ¿ De dónde son este año?
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