Page 23 - Historias de Cronopios y Famas
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Hágase la sencilla experiencia de ir a Roma y apo­  Instrucciones para matar
 yar la mano sobre el corazón del rey, y se comprenderá   hormigas en Roma
 la génesis del mar. Menos difícil aún es acercarle una
 vela encendida a la altura de los ojos; entonces se verá
 que  eso  no  es  una  cara  y  que  la  luna,  ence ecida  de
 gu
 simultaneidad, corre por un fondo de ruedecillas y coji­
 netes  transparentes,  decapitada  en  el recuerdo  de  las
 hagiografías. No yerra aquél que ve en esta petrificación
 tempestuosa un combate  de  leopardos.  Pero  también
 hay· lentas dagas  de marfil, pajes que se consumen de   Las hormigas se comerán a Roma, está dicho. Entre
 tedio en largas  galerías,  y un diálogo sinuoso  entre la   las lajas andan; loba, ¿qué carrera de piedras preciosas te
 lepra y las alabardas. El reino del hombre es una página   secciona la garganta? Por algún lado salen las a as de
                                                     gu
 de historial, pero él no lo sabe y juega displicente con   las fuentes, las pizarras vivas, los camafeos temblorosos
 antes y cervatillos. Este hombre que te mira vuelve   que en plena noche mascullan la historia, las dinastías y
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 del infierno; aléjate del cuadro y lo verás sonreír poco a   las conmemoraciones. Habría que encontrar el corazón
 poco, porque está hueco, está relleno de aire, atrás lo sos­  que hace latir las fuentes para precaverlo de las hormi­
 tienen unas manos secas,  como una fi ra de  barajas   gas, y organizar en esta ciudad de sangre crecida, de cor­
 gu
 cuando se empieza a levantar el castillo y todo tiembla.   nucopias erizadas como manos de ciego, un rito de sal­
 Y su moraleja es así: «No hay tercera dimensión, la tie­  vación  para  que  el  futuro  se  lime  los  dientes  en  los
 rra· es plana, el hombre repta.  ¡Aleluya!». Quizá sea el   montes, se arrastre manso y sin fuerza, completamente
 diablo quien dice estas cosas, y quizá tú las crees porque   sin hormigas.
 te las dice un rey.   Primero buscaremos la orientación de las fuentes,
        lo cual es fácil porque en los mapas de colores, en las
        plantas monumentales, las fuentes tienen también surti­
       dores y cascadas color celeste, solamente hay que bus­
       carlas bien y envolverlas en un recinto de lápiz azul, no
       de  rojo,  pues  un  buen  mapa de  Roma  es  rojo  como
        Roma. Sobre el rojo de Roma el lápiz azul marcará un
        recinto violeta alrededor de cada fuente, y ahora estamos
       seguros de que las tenemos a todas y que conocemos el
        follaje de las aguas.


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