Page 102 - Historias de Cronopios y Famas
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Aplastamiento de las gotas                                             Cuento sin moraleja














           Yo no sé, mira, es terrible cómo llueve. Llueve todo                Un hombre vendía gritos y palabras, y le iba bien,
       el tiempo, afuera tupido y gris, aquí contra el balcón con          aunque encontraba mucha gente que discutía los precios
       goterones cuajados y duros, que hacen plaf y se aplastan            y solicitaba descuentos. El hombre accedía casi siempre, y
       como bofetadas  uno  detrás de otro qué  hastío. Ahora              así pudo vender muchos gritos de vendedores callejeros,
       aparece una gotita en lo alto del marco de la ventana; se           al gu nos suspiros que le compraban señoras rentistas, y
      . queda temblequeando contra el cielo que la triza en mil            palabras  para  consignas,  slogans,  membretes  y  falsas
       brillos apagados, va creciendo y se tambalea, y va a caer           ocurrencias.
      y no se cae, todav!a no se cae.  Está prendida con todas                 Por fin el hombre supo que había llegado la hora y
      las uñas, no quiere caerse y se la ve que se agarra con los          pidió  audiencia al  tiranuelo  del  país,  que  se  parecía  a
      dientes mientras le crece la barriga; ya es una gotaza que           todos  sus  colegas  y  lo  recibió  rodeado  de  generales,
      cuelga majestuosa, y de pronto zup, ahí va, plaf, deshe­             secretarios y tazas de café.
      cha, nada, una viscosidad en el mármol.                                  -Vengo a venderle sus últimas palabras -dijo el
           Pero las hay que se suicidan y se entregan en segui­            hombre-. Son muy importantes porque a usted nunca
      da, brotan en el marco y ahí mismo se tiran; me parece               le van a salir bien en el momento, y en cambio le con­
      ver la vibración del salto, sus piernitas desprendiéndose            viene decirlas  en  el duro  trance para confi rar fácil­
                                                                                                                     gu
      y el grito que las emborracha en esa nada del caer y ani­            mente un destino histórico retrospectivo.
      quilarse. Tristes gotas, redondas inocentes gotas. Adiós                 -Traducí  lo  que dice -mandó  el  tiranuelo a  su
      gotas. Adiós.                                                        intérprete.
                                                                               -Habla en argentino, Excelencia.
                                                                               -¿En argentino? ¿Y por qué no entiendo nada?
                                                                               -Usted  ha  entendido  muy  bien  -dijo  el  hom-
                                                                           bre-. Repito que vengo a venderle sus últimas palabras.


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