Page 105 - Historias de Cronopios y Famas
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El tiranuelo se puso en pie como es de práctica en   y se encerró con el hombre para comprarle sus últimas
 estas circunstancias, y reprimiendo un temblor mandó   palabras.
 que arrestaran al hombre y lo metieran en los calabozos   Entre tanto, los generales y secretarios, humilladí­
 especiales que siempre existen en esos ambientes  ber­  simos por el trato recibido, prepararon un levantamien­
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 nativos.   to y a la mañana si iente prendieron al tiranuelo mien­
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 -Es lástima -dijo el hombre mientras se lo lleva­  tras comía  uvas  en su glorieta preferida.  Para que no
 ban-. En realidad usted querrá decir sus últimas pala­  pudiera decir sus últimas palabras lo mataron en el acto
 bras  cuando  lle e  el  momento,  y  necesitará  decirlas   pegándole un tiro. Después se pusieron a buscar al hom­
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 para confi rar fácilmente un destino histórico retros­  bre, que había desaparecido de la casa de gobierno, y no
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 pectivo. Lo que yo iba a venderle es lo que usted querrá   tardaron en encontrarlo, pues se paseaba por el mercado
 decir, de modo que no hay engaño. Pero como no acep­  vendiendo pregones a los saltimbanquis. Metiéndolo en
 ta el negocio, como no va a aprender por adelantado esas   un coche celular lo llevaron a la fortaleza y lo torturaron
 palabras, cuando lle e el momento en que quieran bro­  para que revelase cuáles hubieran podido ser las últimas
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 tar  por  primera  vez  y  naturalmente  usted  no  podrá   palabras del tiranuelo. Como no pudieron arrancarle la
 decirlas.   confesión, lo mataron a puntapiés.
 -¿Por qué no podré decirlas, si son las que he de  Los vendedores callejeros que le habían comprado
 querer decir?  -pre ntó el tiranuelo, ya frente a otra   gritos si ieron  gritándolos  en  las  esquinas, y  uno de
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 taza de café.   esos gritos sirvió más adelante de santo y seña de la con­
 -Porque el miedo no lo dejará -dijo tristemente  trarrevolución que acabó con los generales y los secreta­
 el hombre-.  Como estará con una soga al  cuello,  en   rios. Al gun os,  antes de morir, pensaron confusamente
 camisa y temblando de terror y de frío, los dientes se le   que en realidad todo aquello había sido una torpe cade­
 entrechocarán y no podrá articular palabra. El verdugo   na de confusiones y que las palabras y  los gritos eran
 y los asistentes, entre los cuales habrá al gun os de estos   cosa que en rigor pueden venderse pero no comprarse,
 señores, esperarán por decoro un par de minutos, pero   aunque parezca absurdo.
 cuando de su boca brote solamente un gemido entrecor­  Y se fueron pudriendo todos, el tiranuelo, el hom­
 tado por hipos y súplicas de perdón (porque eso sí lo   bre y los generales· y secretarios, pero los gritos resona­
 articulará sin esfuerzo) se impacientarán y lo ahorcarán.   ban de cuando en cuando en las esquinas.
 Muy  indignados,  los  asistentes  y  en  especial  los
 generales, rodearon al tiranuelo para pedirle que hiciera
 fusilar inmediatamente al hombre. Pero el tiranuelo, que
 estaba-pálido-como-la-muerte,  los  echó  a empeñones

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