Page 104 - Historias de Cronopios y Famas
P. 104

El tiranuelo se puso en pie como es de práctica en             y se encerró con el hombre para comprarle sus últimas
        estas circunstancias, y reprimiendo un temblor mandó               palabras.
        que arrestaran al hombre y lo metieran en los calabozos                 Entre tanto, los generales y secretarios, humilladí­
        especiales que siempre existen en esos ambientes  ber­             simos por el trato recibido, prepararon un levantamien­
                                                      gu
       nativos.                                                            to y a la mañana si iente prendieron al tiranuelo mien­
                                                                                            gu
            -Es lástima -dijo el hombre mientras se lo lleva­              tras comía  uvas  en su glorieta preferida.  Para que no
       ban-. En realidad usted querrá decir sus últimas pala­              pudiera decir sus últimas palabras lo mataron en el acto
       bras  cuando  lle e  el  momento,  y  necesitará  decirlas          pegándole un tiro. Después se pusieron a buscar al hom­
                       gu
       para confi rar fácilmente un destino histórico retros­              bre, que había desaparecido de la casa de gobierno, y no
                 gu
       pectivo. Lo que yo iba a venderle es lo que usted querrá            tardaron en encontrarlo, pues se paseaba por el mercado
       decir, de modo que no hay engaño. Pero como no acep­                vendiendo pregones a los saltimbanquis. Metiéndolo en
       ta el negocio, como no va a aprender por adelantado esas            un coche celular lo llevaron a la fortaleza y lo torturaron
       palabras, cuando lle e el momento en que quieran bro­               para que revelase cuáles hubieran podido ser las últimas
                          gu
       tar  por  primera  vez  y  naturalmente  usted  no  podrá           palabras del tiranuelo. Como no pudieron arrancarle la
       decirlas.                                                           confesión, lo mataron a puntapiés.
            -¿Por qué no podré decirlas, si son las que he de                   Los vendedores callejeros que le habían comprado
       querer decir?  -pre ntó el tiranuelo, ya frente a otra              gritos si ieron  gritándolos  en  las  esquinas, y  uno de
                                                                                   gu
                          gu
       taza de café.                                                        esos gritos sirvió más adelante de santo y seña de la con­
            -Porque el miedo no lo dejará -dijo tristemente                 trarrevolución que acabó con los generales y los secreta­
       el hombre-.  Como estará con una soga al  cuello,  en                rios. Al gun os,  antes de morir, pensaron confusamente
       camisa y temblando de terror y de frío, los dientes se le            que en realidad todo aquello había sido una torpe cade­
       entrechocarán y no podrá articular palabra. El verdugo               na de confusiones y que las palabras y  los gritos eran
       y los asistentes, entre los cuales habrá al gun os de estos          cosa que en rigor pueden venderse pero no comprarse,
       señores, esperarán por decoro un par de minutos, pero                aunque parezca absurdo.
       cuando de su boca brote solamente un gemido entrecor­                    Y se fueron pudriendo todos, el tiranuelo, el hom­
       tado por hipos y súplicas de perdón (porque eso sí lo                bre y los generales· y secretarios, pero los gritos resona­
       articulará sin esfuerzo) se impacientarán y lo ahorcarán.            ban de cuando en cuando en las esquinas.
            Muy  indignados,  los  asistentes  y  en  especial  los
       generales, rodearon al tiranuelo para pedirle que hiciera
       fusilar inmediatamente al hombre. Pero el tiranuelo, que
       estaba-pálido-como-la-muerte,  los  echó  a empeñones

                                102                                                                  103
   99   100   101   102   103   104   105   106   107   108   109