Page 97 - De Victoria para Alejandro
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 -También  a  mí  me  hubiese  agradado  la  gradable-. ¡Una ley muy útil para no dejar escapar
 hospitalidad  de  tu  mujer.  Pero  no  pudo  ser;  ya   una propiedad!
 sabes los derechos de la familia. Ahora, Simeón bar   La  pesadilla  había  regresado.  Ya  el  am­
 Ismail desea que me case con su hijo.   biente romano no le aliviaba; volvía a sentirse atra­
 -¿Y tú?  pada; supo que no le habían servido para nada su
 Victoria decidió recurrir al orgullo del ro-  túnica verde, las gasas con hilos de plata, su peina­
 mano.   do  última  moda,  las  pulseras,  el  anillo  con  una
 -No me agrada casarme con un judío.  pequeña esmeralda o las uñas cuidadosamente pu­
 -¿ Y tu padre?  lidas. Gesio  Floro no la ayudaría.  Su tío Simeón
 -Mi padre no sabe nada.  había previsto que ella recurriría a la autoridad de
 El procurador se levantó y dio unos pasos  Roma  y  de  alguna  forma  que ella no  conocía  se
 por la estancia. Se asomó a una de las ventanas y   había ganado la voluntad del procurador.
 contempló el paisaje de Jerusalén. Desde allí dijo:   El romano volvió a su asiento y tomó una
 -¿Seguro? Y o tampoco apruebo los matri­  de las uvas moradas.
 monios con los judíos, dómina Victoria, pero, evi­  -Buena  fruta --aprobó-. Son las carava­
 dentemente, no es esa la opinión del senador Cor­  nas de Simeón bar lsmail las que traen esta fruta,
 nelio, ya que él casó con una judía. ¿Y para qué te   y también la nieve para el servicio de la guarnición
 mandó  aquí?  La herencia podía  demorarse  hasta   romana. Una buena familia -hizo una pausa- y ...
 que él en persona .... Comprendo que te sorprenda,   muy rica y generosa. Debes obedecer a tu padre,
 pero muchas veces  no se dice a los hijos todo lo   dómina Victoria. Una buena hija romana siempre
 que se ha dispuesto para ellos. Tu padre tiene otros   acepta la voluntad de su padre, que es quien sabe
 hijos varones, de una mujer romana. No se puede   lo mejor para ella.
 censurar su decisión; la familia bar Is'mail es una   Victoria sentía frío en la cara y en el estó­
 de las más acreditadas de aquí. Son piadosos servi­  mago. Intentó algo.
 dores  de  su  Ley,  pero  no  rechazan  el  trato  con   -¿Podría enviar una carta a mi padre por
 Roma.  Hay que  tener en cuenta las leyes de  los   el  correo  oficial?  Desearía  que  estuviese  en  mi
 judíos. ¡Son tan puntillosos! No te puedes imaginar   boda.
 los dolores de cabeza que proporcionan a un go­  -No está autorizado, dómina Victoria, y
 bernador. Y en tu caso, creo que su ley exige que   lo sabes. El correo oficial no es para asuntos parti­
 te cases con un pariente -rió con un sonido <lesa-  culares;  por  otra  parte,  no es  preciso:  Tu  tío ya
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