Page 94 - De Victoria para Alejandro
P. 94

94

           dor Cornelio. Torna asiento y descansa en este día                               __,,
           de calor. Tu esclava puede ir a las cocinas.                                        "---
                   Victoria  se  sentó.  Sentía  una  especie  de
           indefinible  alivio ante  el sonido del latín,  de los
           muebles, del mármol, de las ropas del prefecto; le
           parecía estar de vuelta de alguna horrible pesadilla.
           Allí estaba el poder de Roma y ella era ciudadana
          romana, hija de un senador y caballero.
                   Prisca desapareció guiada por un esclavo
          y otro servidor acercó a la mesa que había al lado
          del asiento de Victoria una fuente con uvas mora­
          das y llenó una copa de plata con agua tan fría que
          la superficie se cubrió de un velo de escarcha.
                  --Bebe,  dómina  Victoria.  Está  enfriada
          con nieve de las montañas.
                  Victoria bebió un trago. Efectivamente, es­
          taba buena y fría. Dejó la copa en la mesita y habló
          con calma.
                  -Estoy en Jerusalén para recoger una he­
         rencia; vivo en casa de Simeón bar Ismail*, parien­
         te de mi madre.
                  El procurador afirmó:
                  -Sí, lo conozco. Si nos hubieses anuncia­
         do tu llegada, mi mujer se hubiese sentido honrada
         al hospedarte en nuestra casa. ¿En qué puedo ayu­
         darte?
                  Había algo en el tono de voz del procura­
         dor que sobresaltó a Victoria. Tuvo la intuición de
         que no le estaba contando nada que él no supiera.
         Decidió prescindir de rodeos.
   89   90   91   92   93   94   95   96   97   98   99