Page 95 - De Victoria para Alejandro
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dor Cornelio. Torna asiento y descansa en este día __,,
de calor. Tu esclava puede ir a las cocinas. "---
Victoria se sentó. Sentía una especie de
indefinible alivio ante el sonido del latín, de los
muebles, del mármol, de las ropas del prefecto; le
parecía estar de vuelta de alguna horrible pesadilla.
Allí estaba el poder de Roma y ella era ciudadana
romana, hija de un senador y caballero.
Prisca desapareció guiada por un esclavo
y otro servidor acercó a la mesa que había al lado
del asiento de Victoria una fuente con uvas mora
das y llenó una copa de plata con agua tan fría que
la superficie se cubrió de un velo de escarcha.
--Bebe, dómina Victoria. Está enfriada
con nieve de las montañas.
Victoria bebió un trago. Efectivamente, es
taba buena y fría. Dejó la copa en la mesita y habló
con calma.
-Estoy en Jerusalén para recoger una he
rencia; vivo en casa de Simeón bar Ismail*, parien
te de mi madre.
El procurador afirmó:
-Sí, lo conozco. Si nos hubieses anuncia
do tu llegada, mi mujer se hubiese sentido honrada
al hospedarte en nuestra casa. ¿En qué puedo ayu
darte?
Había algo en el tono de voz del procura
dor que sobresaltó a Victoria. Tuvo la intuición de
que no le estaba contando nada que él no supiera.
Decidió prescindir de rodeos.