Page 93 - De Victoria para Alejandro
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color que decía Antonia, su madrastra, que más le hombres de las legiones fuesen preferentemente
favorecía porque hacía más verdes sus ojos. sirios o de alguna otra provincia cercana con resen
Se irguió, ansiosa. timientos contra los judíos; así estaba garantizada
-¿Como estoy, Prisca? Quiero parecer la fidelidad de las legiones y el odio entre la tropa
muy romana. y los judíos.
-Preciosa, niña, estás preciosa. Ten cuida Al ver a Victoria, se cuadró
do; tú no vales para disimulos y he oído que este -¿Qué deseas, noble señora?
procurador es un mal hombre. -Hablar con el procurador Gesio Floro.
Victoria avanzó despacio hacia la guardia Soy Victoria Cornelia, hija del senador Cornelio.
de la Torre. Lamentaba no haber podido traer una El hombre volvió a saludar.
litera, pero confiaba en que los centinelas, sirios -Voy a ver si puede recibirte.
casi todos, no advirtieran que una dama romana no Llamó a uno de los soldados y le habló en
solía ir andando vestida de gala. voz baja. El soldado marchó al interior de la torre
Se dirigió a uno de los hombres con alti y el hombre se volvió a Victoria.
vez, hablando en su mejor griego, segura de que -¿Quieres pasar al puesto, dómina Victo
aquel hombre ignoraba el latín. ria? Estarás mejor que ahí fuera al sol. Hace calor.
-¿El jefe de la guardia? Deseo hablarle. Victoria pasó al interior del patio seguida
-¿Para qué? de Prisca. En seguida el soldado regresó y acompa
La vieja Prisca intervino. ñó a Victoria y a Prisca hasta una gran sala de
-Mi señora no habla con soldados. mármol.
Salió el jefe de la guardia, ajustánd9se el Gesio Floro, un hombre con aspecto ma
cinturón del uniforme. Debía de estar durmiendo, cizo, moreno, de ojos oscuros y pelo muy corto al
pues tenía los ojos hinchados. Era un hombre muy estilo romano, les salió al encuentro. Llevaba una
moreno, de pelo rizado y larga nariz; sin duda uno túnica con franjas doradas, manto de púrpura y
de aquellos voluntarios de las legiones* que al fin sandalias con piedras preciosas incrustadas en las
de su servicio conseguían la ciudadanía romana y tiras de cuero. Tenía una expresión astuta en la
un poco de tierra en propiedad. Los generales ro mirada.
manos eran expertos en mezclar las razas. Un ex -Bienvenida, dómina Victoria -hablaba
tranjero en un país dominado se aferraba a sus un latín bastante bueno aunque con algo de acen
jefes. En Palestina, la política mandaba que los to-. En Roma saludé una vez a tu padre, el sena-