Page 91 - De Victoria para Alejandro
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,, Nueve ..
-Tengo que comunicar con mi padre
cuanto antes; tengo que conseguirlo.
Victoria se lo repetía una y otra vez, mien
tras caminaba con prisa por las empinadas calles
de Jerusalén camino de la Torre Antonia, la forta
leza y palacio del gobernador romano en Jerusalén,
situada, vigilante, al norte del Templo. Se había
deslizado fuera de la casa, bien envuelta en su
manto judío -aunque debajo se había puesto su
mejor ropa romana y se había adornado con pulse
ras los brazos y los tobillos-, acompañada de la
vieja Prisca, que ahora jadeaba detrás de ella.
No sabía si podría volver a salir sola a la
calle y quería ver al procurador romano.
Cerca de la Torre Antonia, Victoria se de
tuvo cerca de unos árboles y se quitó el manto. Lo
plegó en pequeños dobleces y se lo dio a Prisca,
que ya estaba sacando de una bolsa un manto dis
tinto, de gasa de algodón, blanco, entretejido de
hilos de plata y tan fino que se transparentaba.
Victoria se lo sujetó en el pelo y Prisca le colocó
los pliegues sobre el vestido verde manzana, el