Page 82 - De Victoria para Alejandro
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          sa; bebió otro trago de leche-. ¡Me quieren casar                repudio -dio una palmada-. ¡Ya lo entiendo!  Re­
         con tu hermano Daniel!                                            pudiada, tus bienes podrían quedar en poder de tu
                  Miriam asintió muy seria.                                marido. Victoria, prima,  ¡todo esto no es más que
                  -Algo así me temía yo. Mi padre y el tío                 una cuestión de dinero!
          José  estuvieron hablando mucho  tiempo  a  solas                         Prisca recogió el cuenco de leche vacío y
         antes de la ceremonia de Qumran. Tu nombre salía                   alisó mecánicamente la ropa de la cama.
          en la conversación, pero no supe de lo que trataban                       -Niña, no te preocupes, eso no puede pa­
         por más que escuché.                                               sar; eres ciudadana romana y las leyes judías no te
                  Prisca interrumpió excitada:                              obligan; tú eres muy inteligente; tu abuelo te ense­
                  -¿Qué dices, niña? ¡Ellos no pueden casar­                ñó muchas cosas que no saben las mujeres. Y el
         te! ¡Tienes padre!                                                 amo  es poderoso.  No pueden  hacer eso.  Piensa,
                  Victoria se encogió de hombros.                           niña,  piensa.  Y  luego,  me  mandas  lo  que  debo
                  -¿  Y qué les importa? Según me ha dicho                  hacer.
         la  abuela,  si  un  hombre  sólo  tiene  hijas  que  le                    Victoria  sonrió  débilmente  a  la  vieja  es­
          hereden, deben casarse con parientes de la casa de                clava.
         su padre, para que la herencia no salga de la fami­                         -No te preocupes, Prisca; encontraré -se
         lia. No es mi caso, pero no quieren que nada de la                 volvió a Miriam-, encontraremos una salida.
         herencia se escape de esta casa. ¡Dicen que dismi­                          Miriam colocó las almohadas detrás de la
         nuye el patrimonio de Israel! Y tienen los papeles                 espalda de su prima.
         que  firmó mi  padre para este viaje. No son sufi­                          -¿Estás más tranquila? Me asustaste mu­
         cientes, no hay una cesión de tutoría, ni el tío José              cho; y a tu criada también.
         me ha adoptado, pero si quien hace los contr-atos
         de boda en este país los acepta  ...                                        -No sé qué me pasó; no estaba preparada
                  Prisca movió la cabeza                                     para eso. Y se me quedó la mente en blanco. El tío
                  -No entiendo nada, niña; pero el amo se                    José  ya  quiso  que  firmara  un  documento  en  el
         enojará muchísimo cuando se entere. Y no se lo                      barco,  pero  ... no  se  me  ocurrió que me quisiera
         podrán ocultar siempre.                                             casar;  mi padre siempre me dijo que  yo  elegiría.
                  Miriam intervino.                                                  -Y tú ya has elegido.
                  -Pero para entonces ya estará casada, y lo                         No era una pregunta, era una afirmación
         más  que  conseguiría  según  nuestra  ley  sería  un               que Victoria no contradijo.
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