Page 9 - De Victoria para Alejandro
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                   -¿ Qué haces escribiendo aquí, delante de                 gado  tu  padre,  tus  tías  romanas,  tu  abuelo  y  el
           todos?                                                            mundo entero. Y lo que han conseguido es criar
                   La muchacha levantó la cabeza,  sobresal­                 una  descarada,  sin  respeto  y  sin  temor,  que  no
           tada, con una expresión asustada en los ojos color                conoce su sitio ni la verdadera tarea de una mujer.
           uva.                                                              Pero este viaje lo haces bajo mi tutela y no voy a
                   -Y a es bastante  malo que sepas escribir                 consentir que te comportes como no debes. Vas a
           para que encima lo hagas en público y ante todos                  aprender  modales  y  respeto,  niña.  ¡Se  acabó  el
           los marineros.                                                    exhibirte en cubierta, delante de los marineros!
                   Balbuceó:                                                         Salió con violencia,  evidentemente irrita­
                   -Tío José ....                                            do, y Victoria quedó en el centro de la habitación,
                   -¡A tu camarote, enseguida!                               sofocada,  sin  reaccionar. No  entendía,  o  tal  vez
                    Con la cara roja  como una cereza,  y sin                entendía demasiado la ira de su tío.
           levantar la vista, la muchacha recogió el papiro y
           los  útiles  de  escribir  y  bajó  la  escalera  hacia  su
           cámara. Tras ella, el hombre cerró la puerta de la
           pequeña habitación y  se enfrentó a ella enojado.                         Habían salido una semana antes de Roma.
                   -¡No tienes vergüenza!                                    Iban a Jerusalén, a recoger la herencia de su abuelo
                   -¿Por  qué  me  riñes?  No  es  malo  saber               Ismail,  muerto  en  Roma  y  que  le  había  legado
           escribir.                                                         ciento cincuenta talentos de oro*, más de tres mi­
                    El hombre respondió con severidad:                       llones y medio de sextercios* en moneda romana.
                    -Está escrito: «No des salida al agua, ni a              Las posesiones del abuelo estaban en Jerusalén, y
           la mujer libertad de hablar».                                     como su padre, caballero y senador, no podía aban­
                    -¡Tío José!                                              donar Roma por la situación política, tras escribir
                    -Te han mimado demasiado, niña. Te han                   poderes  y  dar  órdenes  a  sus  administradores  en
           consentido todos. Tu padre, mi pobre hermana, mi                  Roma y Jerusalén,  la había confiado al hermano
           padre, tu madrastra .... Hasta tu nombre es presun­               de  su  madre,  a  su  tío  José,  que  había  ido  a
           tuoso. ¡Victoria! Tu padre no sabe que está escrito:              Roma  a presidir los funerales de  su abuelo.  José
           «Si  tienes  hijas,  no  pongas  ante  ellas  cara  muy           i:ra  un  hombre respetado entre los de su raza, de
           rísueña».  Y tu padre no ha tenido más alegría ni
                                                                                     * Las palabras con asterisco figuran por orden alfabéti-
           más complacencia que verte sonreír. Te han hala•                  1:11111 final del libro.
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