Page 54 - Cuentos de Amor locura y Muerte
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EL ALMOHADÓN DE PLUMAS
Su luna de miel fue un largo escalofrío. Rubia, angelical y
tímida, el carácter duro de su marido heló sus soñadas niñerías
de novia. Ella lo quería mucho, sin embargo, aunque a veces
con un ligero estremecimiento cuando volviendo de noche
juntos por la calle, echaba una furtiva mirada a la alta estatura
de Jordán, mudo desde hacía una hora. Él, por su parte, la
amaba profundamente, sin darlo a conocer.
Durante tres meses -se habían casado en abril
vivieron una dicha especial. Sin duda hubiera ella deseado
menos severidad en ese rígido cielo de amor; más expansiva
e incauta ternura; pero el impasible semblante de su marido la
contenía siempre.
La casa en que vivían influía no poco en sus
estremecimientos. La blancura del patio silencioso -frisos,
columnas y estatuas de mármol- producía una otoñal
impresión de palacio encantado. Dentro, el brillo glacial del
estuco, sin el más leve rasguño en las altas paredes, afirmaba
aquella sensación de desapacible frío. Al cmzar de una pieza
a otra, los pasos hallaron eco en toda la casa, como si un largo
abandono hí.1biera sensibilizado su resonancia. En ese extraño
nido de amor, Alicia pasó todo el otoño. Había concluido, no
obstante, por echar un velo sobre sus antiguos sueños, y aún
vivía dormida en la casa hostil sin querer pensar en nada hasta
que llegaba su marido.
No es raro que adelgazara. Tuvo un ligero ataque de in
fluenza, que se arrastró insidiosamente días y días; Alicia no se
reponía nunca. Al fin, una tarde pudo salir al jardín apoyada en el
brazo de su marido. Miraba indiferente a uno y otro lado. De
pronto, Jordán, con honda ternura, le pasó muy lento la mano por
la cabeza y Alicia rompió enseguida en sollozos,
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