Page 41 - Cuentos de Amor locura y Muerte
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-¿Qué tienes?-me dijo.  -Yo creía que no íbamos a tener más escenas -le dije,
 -Nada-le respondí, con sonrisa forzada, acariciándo-  paseándome.
 le la frente. Ella dejó hacer, sin prestar atención a mi mano y   No me respondió, y agregué:
 mirándome insistentemente. Al fin apartó los ojos contraídos  -Pero que sea ésta la última.
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 y entramos en la sala.   S!!ntí que  las lágrimas se detenían,  y bajo ellas me
 La madre vino, pero sintiendo ciclo de tormenta, estuvo   respondió un momento después:
 sólo un momento y desapareció.   -Como quieras.
 Romper es palabra corta y fácil; pero comenzarlo ...   Pero enseguida cayó sollozando sobre el sofá:
 Nos habíamos sentado y no hablábamos. Inés se inclinó,   -¡Pero qué te he hecho! ¡Qué te he hecho!
 me apartó la mano de la cal'a y me clavó los ojos, dolorosos de   -,-¡Nada! -le respondí-. Pero yo tampoco te he hecho
 angustioso examen.   nada a ti ... Creo que estamos en el mismo caso. ¡Estoy harto
 -¡Es evidente!. .. -murm�ró.   de estas cosas!
 -¿Qué? -le pregunté fríamente.  · Mi  voz  era seguramente  mucho  más  dura que  mis
 La tranquilidad de mi mirada le hizo más daño que mi  palabras. Inés se incorporó, y sosteniéndose en el brazo del
 voz y su rostro se demudó:   ·sofü, repitió, helada:
 -¡ Que y a no me quieres! -articu 16 en una desesperada   -Como quieras.
 y lenta oscilación de cabeza.   Era  una  despedida.  Yo  iba  a  romper,  y  se  me
 -Esa es la quincuagésima vez que dices lo mismo -  aqelantaban. El amor propio, el vil amor propio tocado a vivo,
 respondí.   tne hizo responder:
 No podía darse respuesta más dura; pero yo· tenía ya el   -Perfectamente ... Me voy. Que seas más feliz ... otra
 comienzo.   vez.
 Inés me miró un rato casi como a un extraño y apartán-  No comprendió, y me miró con extrañeza. Yo había ya
 dome bruscamente la mano con el cigarro, su voz se rompió:   cometido la primera infamia; y como en esos casos, sentí el
 -¿Esteban!  vértigo de enlodarme más aún.
 -¿Qué? -torné a repetir.  -¡Es claro! - apoyé brutalmente-. Porque de mí no
 Esta vez bastaba. Dejó lentamente mi mano y se reC?linó  has tenido queja ... , ¿no? Es decir: te hice el honor de ser tu
 atrás en  el  sofá,  manteniendo  fijo en  la  lámpara su rostro   amante y debes estarme agradecida.
 lívido. Pero un momento después su cara caía de costado bajo   .  Comprendió  más  mi  sonrisa  que  mis  palabras,  y
 el brazo crispado al respaldo.   mientras yo salía a buscar mi sombrero en el corredor, su cuerpo
 Pasó un rato aún. La injusticia de mi actitud-no veía en   y su alma entera se desplomaban en la sala.
 ella más que injusticia- acrecentaba el profundo disgusto de   Entonces, en ese instante en que crucé la galería, sentí
 mí  mismo.  Por  eso  cuando  oí,  o  más  bien  sentí,' que  las   intensamente ló que acababa de hacer. Aspiración de lujo, matri­
 lágrimas brotaban al fin, me levanté con un violento chasquido   monio encumbrado, todo me resaltó como una llaga en mi propia
 de lengua.   alma. Y yo, que me ofrecía en subasta a las mundanas feas

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