Page 38 - Cuentos de Amor locura y Muerte
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Así, pues, yo no tenía el más remoto derecho a conside 1 ,11ones: primero, porque usted tiene un parecido pasmoso con
rarme un hombre feliz, y observé a mi compañero. Era un lo que era yo entonces -en lo bueno únicamente, por suerte-.
hombre de más de treinta y cinco años, de barba rubia Y ojos Y segundo, porque usted, mi joven amigo, es perfectamente
azules de mirada clara y un poco dura, que expresaba inequí
111capaz de pretenderla, después de lo que va a oír. Óigame:
voca voluntad. La c.onocí hace diez años, y durante los seis meses que
-Se conocen -me dije- y no poco. l11i su novio, hice cuanto estúvo en mí para que fuera mía. La
En efecto después de la mitad del acto, mi vecino, que
quería mucho y ella, inmensamente a mí. Por esto cedió un
no había vuelt; a apartar los ojos de la escena, los fijó en el 1 lfa y desde ese instante mi amor, privado de tensión, se enfrió.
palco. Ella, la cabeza un poco ec ad trás en la enumbra,
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. Nuestro ambiente social era distinto: mientras ella se
lo miraba también. Me pareció mas pahda aun. Se miraron con
t·n1briagaba con la dicha de poseer mi nombre, yo vivía en
fijeza, insistentemente, aislados del mundo en aquella recta 1111a esfera de mundo donde me era inevitable flirtear con
paralela de alma a alma que los matenía in óvile . n1uchachas de apellido, fortuna y, a veces muy lindas.
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Durante el tercero, mi vecino no volvió un mstante la
Una de ellas llevó conmigo el flirteo bajo parasoles de
cabeza y, antes de que concluyera, salió por el pasillo lateral.
. ¡.:arden party a un extremo tal, que me exasperé y la pretendí
Miré al palco, y ella también se había retirado.
seriamente. Pero si mi persona era interesante para esos juegos,
-Final de idilio -me dije melancólicamente. mi fortuna no alcanzaba a prometerle el tren necesario, y me
El no volvió más y el palco quedó vacío.
lo dio a entender con claridad.
Tenía razón, perfecta razón. En consecuencia flirteé con
-Sí, se repiten -sacudió largo rato la cabeza-. Todas
. una amiga suya, mucho más fea, pero infinitamente menos
las situaciones dramáticas pueden repetirse, aun las más mvero
h{tbi I para estas torturas del tete á tete a diez centímetros, cuya
símiles, y se repiten. Es menester vivir y usted es muy mucha
gracia exclusiva consiste en e n loquecer a su fli t ,
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cho ... y las de su Tristán también, lo que no obsta para que haya
manteniéndose uno dueño de sí. Y esta vez no fui yo quien se
allí el más sostenido alarido de pasión que haya gritado alma
exasperó.
humana ... Yo quiero tanto como usted esa obra, y acaso más ...
Seguro, pues, del triunfo, pensé entonces en el modo
No me refiero, querrá creer, al drama de Tristán, y con él las
de romper con Inés. Continuaba viéndola; y aunque no podía
treinta y seis situaciones del dogma, fuera de las cuales to ? as son ella engañarse sobre el amortiguamiento de mi pasión, su amor
repeticiones. No; la escena que vuelve como una pesadilla, los
era demasiado grande para no iluminarle los ojos de felicidad
personajes que sufren la alucinación de una dicha m rta, es otr � cada vez que me veía llegar.
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cosa ... Usted asistió al preludio de una de esas repeticiones ... S1,
La madre nos dejaba solos; y aunque hubiera sabido lo
ya sé que se acuerda ... No nos conocíamos con uste en tonces ... que pasaba, habría cerrado los ojos para no perder la más vaga
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¡ y precisamente a usted debía de habl rle de est . Pero Juzga
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, _ � _ posibilidad de subir con su hija a una esfera mucho más alta.
mal lo que vio y creyó un acto mio fehz ... ¡Fehz .... Ó1game. El
Una noche fui allá dispuesto a romper, con visible
buque parte dentro de un momento, y esta vez no v lvo más . . .
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_ malhumor, por 16 mismo. Inés corrió a abrazarme, pero se
Le cuento esto a usted, como si se lo pudiera escnbtr, por dos
detuvo, bruscamente, pálida.
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