Page 150 - Cuentos de Amor locura y Muerte
P. 150

hablábamos supongo, y de sombría angustia para mí. Pero sin            acuerda usted de haberme dicho algo ... dos o tres palabras
          volver a mí los ojos, como si le interesaran siempre los rostros       nada más ... la última noche que tuvo fiebre?
          que cruzaban en sucesión de filme, agregó un instante después:              María Elvira contrajo las cejas un largo instante, Y las
               -Cuando era mi amor, al parecer.                                  levantó luego, más altas que lo natural. Me miró atentamente,
               -Perfectamente bien dicho -le dije-. Su amor, al                  sacudiendo la cabeza:
          parecer.                                                                    -No, no recuerdo.
               Ella me miró entonces de pleno.                                        -¡Ah! -me callé.
               -No  ...                                                               Pasó un rato. Vi de reojo que me miraba aún.
               Y se calló.                                                            -¿Qué? -murmuró.
               -¿No ... , qué? Concluya.                                              -¿Qué ... qué? -repetí.
              -¿Para qué? Es una zoncera.                                             -¿Qué le dije?
              -'-No importa: concluya.                                                -Tampoco me acuerdo ya ...
              Ella se echó a reír:                                                    -Sí, se acuerda ... ¿Qué le dije?
              -¿Para  qué?  En fin ...  ¿No  supondrá  que  no  era  al               -No sé, le aseguro ...
                                                                                                          .
                                                                                                      , 1
                                                                                                           .  ?
                                                                                                 1  ·
         parecer?                                                                     -¡S1, sabe  .... 1,  Q  ue  e  !Je.     .
                                                                                          ,
                                                                                                         d
              -Eso es un insulto gratuito -le respondí-. Yo fui el                    -¡Veamos! -me aproximé de nuevo a ella-. S1 usted
         primero en comprobar la exactitud de la cosa, cuando yo era             no  recuerda absolutamente nada,  puesto  que todo era una
         su amor ... al parecer.                                                 alucinación de fiebre, ¿qué puede importarle lo que me haya
              -¡ Y dale ... ! -murmuró. Pero a mi vez el demonio de              o no dicho en su delirio?
         la locura me arrastró tras aquel ¡y dale! burlón, a una pregunta             El  golpe  era  serio.  Pero  María  Elvira  no  pensó  en
         que nunca debiera haber hecho.                                          contestarlo,  contentándose con mirarme un instante más Y
              -Óigame,  María  Elvira  -me  incliné-:  ¿usted  no                apartar la vista con una corta sacudida de ho bros  .  .
                                                                                                                       �
         recuerda nada, no es cierto, nada de aquella ridícula historia?              -Vamos -me dijo bruscamente-. Qmero bailar este
              Me miró muy seria,  con altivez si se  quiere, pero al             vals.
         mismo tiempo con atención, como cuando nos disponemos a                      -Es justo -me levanté-. El sueño de vals que bailá-
         oír cosas que a pesar de todo no nos disgustan.                         bamos no tiene nada de divertido.
              -¿Qué historia? -dijo.                                                  No me respondió. Mientras avanzábamos al salón, pare­
             -La otra, cuando yo vivía a su lado  ... -le hice notar             cía buscar con los ojos a alguno de sus habituales compañeros
         con suficiente claridad.                                                 de vals.
             -Nada ... absolutamente nada.                                            -¿Qué sueño de vals desagradable para usted? -me
             -Veamos; míreme un instante ...                                      dijo de pronto, sin dejar de recorrer el salón con la vista.
             -¡No, ni  aunque lo mire ... ! -me lanzó en una carcajada.               -Un vals de delirio ... No tiene nada que ver con esto. -
             -¡No,  no es  eso ... !  Usted  me ha  mirado demasiado              Me encogí a mi vez de hombros.
        antes  para  que  yo  no  sepa ...  Quería  decirle  esto:  ¿No  se           Creí que no hablaríamos más esa noche. Pero aunque

                                148                                                                       149
   145   146   147   148   149   150   151   152   153   154   155