Page 71 - Narraciones extraordinarias
P. 71

se en lo otro. De esto se desprende que el juego de ajedrez,   cilios, por los cuales puede inducirlo a error, o arrastrarlo a
 en sus efectos sobre la mente, está mal comprendido. No, yo   calcular equivocadamente.
 no estoy escribiendo aquí un tratado, sino prolongando una   El whisi* ha sido señalado siempre por su influencia en lo
 narración bastante singular, con observaciones hechas a la li­  que se llama facultad analítica, y se ha visto a hombres del ma­
 gera. Pero aprovecharé esta ocasión para afirmar que las más   yor grado de inteligencia, que han hallado en él, a primera vis­
 altas facultades de la inteligencia reílexiva, trabajan más de­  ta,  un  deleite  inexplicable,  olvidando  al  ajedrez  por
 cididamente y, con más provecho, en el modesto juego de da­  superficial. Y no hay duda de que no existe otro juego que
 mas, que en la primorosa superficialidad del ajedrez. En éste,   ejercite tanto la capacidad de análisis. El mejor jugador de
 donde las piezas tienen diversos y rebuscados movimientos,   ajedrez, puede llegar a ser, con el tiempo, poco más que el
 con diferentes y variables valores, lo que sólo es complicado   mejor jugador de ajedrez. En tanto que la pericia del whist im­
 se  toma erróneamente  por  profundo.  La  atención  trabaja   plica talento para el éxito en todas las empresas en que la in­
 aquí poderosamente; si flaquea un instante se comete una ne­  teligencia lucha con la inteligencia. Al hablar de pericia, me
 gligencia cuyo resultado es retroceso o derrota. Como los mo­  refiero a la perfección en un debate que incluye una compren­
 vimientos  no  son solamente  muchos,  sino  intrincados,  las   sión de todas las fuentes de donde pueda derivarse una ven­
 probabilidades de descuidarse se multiplican, y en nueve ca­  taja  legítima.  Estas  fuentes  son multiformes,  y  residen  en
 sos de diez, el que triunfa es el jugador con más capacidad de   recónditos lugares del pensamiento, completamente inacce­
 concentración, y no el más perspicaz. En las damas, por el con­  sibles  para el entendimiento vulgar. Observar atentamente es
 trario, los movimientos son únicos y con poquísima variación,   recordar distintamente, y en cuanto a esto, el jugador de aje­
 y como, por consiguiente,  la atención queda relativamente   drez lo hará muy bien en el whist, ya que las reglas de Hoyle,
        basadas a su vez en el puro mecanismo del juego, son suficien­
 desocupada, las ventajas obtenidas por cada una de las partes   temente comprensibles. Así, el poseer una buena memoria, y
 resultan de una perspicacia superior. Para ser menos abstrac­  proceder según el libro, son puntos comúnmente considera­
 to, supongamos un juego de damas donde las piezas quedan   dos como el total cumplimiento de un buen jugador. Pero es
 reducidas a cuatro reinas, y en el que no pueden tenerse dis­  en problemas que están fuera de los límites de las reglas, don­
 tracciones. Es evidente que en este caso, estando los adver­  de se demuestra la agudeza del que analiza. Efectúa en silen­
 sarios en completa igualdad de condiciones, la victoria sólo es   cio múltiples observaciones.  Tal  vez lo  hacen  también sus
 decidida por un movimiento calculado, que resulta de un es­  adversarios, pero la diferencia en lo extenso de la informa­
 fuerzo de la inteligencia. Privado de los recursos ordinarios,   ción obtenida, no residirá tanto en la ilación como en la cali­
 el analizador penetra en  el espíritu  de su contrincante,  se   dad de lo observado. Nuestro jugador no se circunscribe al
 identifica con él, y, con no poca frecuencia, descubre de una
 ojeada los únicos procedimientos, a veces absurdamente sen-  •  Whist: juego de naipes, cartas. (N. del E.)


 68                                 69
   66   67   68   69   70   71   72   73   74   75   76