Page 73 - Narraciones extraordinarias
P. 73
juego en modo alguno, y deberá rechazar ciertas deducciones el fantasear y la imaginación, aunque de caracteres estricta
que se originan en cosas exteriores a éste. Examina la fiso mente análogos. En realidad puede comprobarse que el inge
nomía de su compañero, y la compara con la de cada uno de nioso es siempre fantástico, y el verdadero imaginativo no deja
los demás contrincantes. Considera el modo de distribuirse de ser nunca analítico.
las cartas a cada mano, contando triunfo por triunfo y tanto La narración que sigue podrá servir de cierta manera, al
por tanto, escrutando las ojeadas que dan, a cada uno de ellos, lector, para ilustrarlo en una interpretación acerca de las
sus contendores. Nota cada variación en los rostros, a medi enunciaciones que acabamos de anticipar.
da que el juego avanza, recogiendo gran cantidad de ideas a Hallándome en París, durante la primavera y parte del ve
través de la divergencia en las expresiones, ya sean de sorpre rano de 18 ..... , conocí a un señor llamado C. Auguste Dupin.
sa, de triunfo o desagrado, y por la manera de recoger una ba Pertenecía este joven caballero a una excelente familia; es
za, juzga si la persona que la toma puede hacer otra después. más, a una ilustre familia. Pero por una serie de malhadados
Reconoce lo que se juega simuladamente por el gesto con que acontecimientos, había quedado reducido a tal pobreza, que
se echa la carta sobre la mesa. Una palabra inadvertida, la sucumbió en ella la energía de su carácter, y renunció a sus
caída accidental de una carta, o el ademán de volverla casual ambiciones mundanas, así como a luchar por la restauración
mente, con ansiedad o descuido, para evitar que puedan ver de su fortuna. Con el consentimiento de sus acreedores, pu
la; la duda, el entusiasmo o el temor, todo ello depara a su do quedar todavía en posesión de un remanente de su patri
percepción indicaciones precisas. Una vez jugados los dos o monio, y con la renta de éste, logró arreglárselas, mediante
tres primeros turnos, se halla en condiciones de tirar sus car una rigurosa economía, para procurarse lo más necesario pa-
tas con absoluta precisión, como si el resto de los jugadores ra vivir. Los libros eran su único lujo, y en París los libros se
tuvieran vueltas hacia él las caras de las suyas. obtienen fácilmente.
La facultad analítica no debe confundirse con mera inge Nuestro primer encuentro acaeció en una oscura biblio
niosidad; no, ya que el analizador es necesariamente ingenio teca de Montmartre, donde la coincidencia de andar ambos,
so, en cambio el hombre ingenioso a menudo es incapaz de buscando un raro y notable volumen, nos puso en estrecha in
análisis. La capacidad de combinación con que se manifiesta timidad. Nos vimos a menudo, y y o me interesé profundamen
generalmente el ingenio, y a la cual los frenólogos, errónea te por su historia familiar, que él me contó minuciosamente,
mente en mi opinión, han asignado un órgano aparte, supo con el candor con que un francés da rienda suelta a sus con
niendo que es una cualidad primordial, se ha visto con fidencias cuando habla de sí mismo. Además me admiraba la
frecuencia en individuos que, por otra parte, bordeaban la amplitud de sus lecturas, y, sobre todo, mi alma se encendía
idiotez. Esto ha llamado la atención en escritores especializa con el vehemente ardor, y la viva frescura de su imaginación.
dos en dichos temas. En efecto, entre la ingeniosidad y el ta Dadas las investigaciones de que yo me ocupé\ba entonces en
lento analítico, existe una diferencia mucho mayor que entre París, comprendía que la amistad de un hombre como aquel
70 71