Page 64 - Narraciones extraordinarias
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mente decía para sí: "No es nada ... El viento en la chimenea ... He confesado que soy nervioso, y realmente lo soy. En
Un ratón que corrió por el entretecho ... Algún insecto ... " consecuencia, en medio de la noche y del silencio de esa an
Sí, debe haber intentado calmarse con estas hipótesis. Pe tigua casa, un ruido tan extraño hizo surgir en mí un terror in
ro t do fue inútil. La muerte había pasado junto a él, y lo en controlable. Pese a ello, todavía logré contenerme, y luché
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volvrn. Y era la influencia fúnebre de su sombra, invisible, la por mantener la tranquilidad, pero la pulsación se hacía más
que lo ha ía sentir, unque no viera ni escuchara nada, la que y más audible, más violenta, y una nueva angustia se apode
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le perm1trn notar m1 presencia en su habitación. raba de mí. Ese ruido, y los que iban a producirse, podrían ser
Luego de haber esperado un largo rato, me aventuré a escuchados por un vecino. La hora del viejo había llegado.
abrir apenas la linterna. La abrí furtivamente, hasta que al fin Con un gran alarido, abrí inesperadamente la linterna, y
un rayo delgado, como el hilo de una telaraña, descendió so me precipité en la alcoba. El viejo dejó escapar un grito, un
bre el ojo de buitre. solo grito. En menos de un segundo lo derribé, dejándolo de
espaldas en el suelo, y tiré la cama sobre él, aplastándolo con
Estaba abierto, íntegramente abierto, y al verlo me llené su peso. Entonces sonreí, ufano, al ver tan adelantada mi
de furia. Lo vi con claridad perfecta, entero de un azul mate obra. No obstante, el corazón aún latió, con un murmullo apa
y cubierto por la horrorosa nube que me helaba hasta la médu� gado.
la de los huesos. No podía ver nada más; ni la cara ni el cuer Pese a ello, ya no me atormentaba. No, no podía oírse na
po del anciano. Sólo existía aquel ojo obsesionante. da a través de las paredes. Finalmente, cesó todo: el viejo es
� No es acaso una hiperestesia de los sentidos aquello que taba muerto. Levanté la cama, y examiné el cuerpo. Sí, estaba
consideran locura? Una vibración débil, continua, llegó a mis muerto. iMuerto como una piedra! Afirmé mi mano en su co
oídos, emejante al tic-tac de un reloj forrado en algodones. razón sin advertir ningún latido. iEn lo sucesivo su ojo de bui
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Inmedrntamente reconocí ese apagado golpeteo. Era el co tre no podría atormentarme!
razón del viejo que latía, y este sonido excitó mi furia, igual A los que insistan en creerme loco, les advierto que su
que el redoblar de los tambores excita el valor de un soldado. opinión se desvanecerá cuando les describa las inteligentes
Me controlé, sin embargo, y permanecí inmóvil. Respiraba medidas que adopté para esconder el cadáver. Avanzaba la
apenas, y sostenía quieta, entre las manos, la linterna. Hacía noche, y yo trabajaba con prisa y en riguroso silencio. Hábil
mente fui desmembrando el cuerpo. Primero corté la cabeza,
un esfuerzo por mantener el rayo de luz fijo sobre el ojo. En y después los brazos; luego, las piernas. En seguida separé
tre tanto, el latido infernal del corazón del anciano era por unos trozos del entablado, y deposité los restos bajo el piso
segundos más fuerte, más rápido, y ... , sobre todo, más sono de madera. Terminado este trabajo, coloqué otra vez las ta
ro. blas en su sitio, con tanta destreza que ningún ojo humano,
El pánico de aquel hombre debía ser monstruoso, y re ni siquiera el del viejo, podría descubrir allí algo inusual. Ni
tumbaba en ese latir que crecía y crecía. siquiera una mancha de sangre.
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