Page 59 - Narraciones extraordinarias
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luz postrera, mientras los albos cabellos se les agitaban bajo   l'amarote estaba sembrado de extraños libros con cierres de
 el viento. En torno a ellos, a cada lado de la cubierta, vi anti­  hierro y mapas de tiempos inmemoriales, y el Capitán, con la
 quísimos instrumentos de cálculo.   rnbeza apoyada entre las manos, se hallaba concentrado en
 Mencioné una arrastradera no hace mucho. Desde aquel   1111 documento que parecía la orden de un monarca. Murmu­
 instante el buque ha continuado su rumbo directo hacia el   raba, para sí, palabras incomprensibles, como el marinero que
 Sur, con velámenes empaquetados, avanzando en medio del   yo había visto en la cala, y, pese a encontrarse a mi lado, su
 infierno de agua más espantoso que pueda  concebir una men­  voz llegaba a mis oídos desde una gran distancia.
 te humana. Ahora acabo de abandonar el puente donde se   El buque entero está impregnado por una pátina irre­
 me hacía difícil permanecer de pie, aún cuando la tripulación   versible de  vetustez. La tripulación se desliza semejante a fan-
 no parece afectada en modo alguno. Considero el más in­  1  asmas de siglos olvidados, y cuando sus pupilas se tropiezan
 creíble de los milagros que la gran mole que es esta embarca­  ·n mi camino, iluminadas por el resplandor de los faroles de
 ción no sea tragada por el mar. Sin duda estamos condenados   las almenas, siento una impresión  que jamás había experimen­
 a navegar permanentemente sobre el borde de la Eternidad,   lado, a pesar de que durante mi vida entera he sido un cono­
 sin  zambullirnos  jamás  en  el  abismo.  Continuamos  des­  l'cdor de antigüedades.
 lizándonos por encima de olas gigantescas, con la misma faci­  Mirando en mi rededor, me quedo pasmado con mis pri­
 lidad que una gaviota, y estas aguas colosales levantan sus   meras aprensiones. Temblé ante las ráfagas de aquel huracán
 cabezas igual que demonios amenazadores a los que les está   inicial, tornado  ...  , o simún  ... Hoy, todo cuanto existe en la ve­
 prohibido destruirnos. Me atrevo a atribuir estas frecuentes   l'indad de este navío, ofrece la oscuridad de una eterna noche
 escapadas a la muerte a una causa natural, y tengo que supo­  y un caos de agua sin espuma. No obstante, aproximadamen­
 ner que el barco se halla bajo la influencia de una corriente   lc a una legua de distancia del barco, se pueden vislumbrar, a
 impetuosa o de una fuerte resaca.   intervalos, inmensas murallas de hielo, que se elevan en el cie­
 Hoy he visto al Capitán, cara a cara, y en su propio cama­  lo desolado como los muros del universo.
 rote, pero él  no me ha tomado en cuenta. Aunque en aparien­  Tal como lo imaginaba, el barco se halla sobre una co­
 cia no hay nada que pueda diferenciarlo de otro hombre, yo   rriente, si así podemos llamar a un flujo fantástico, que ulu­
 lo contemplé lleno de un sentimiento incontrolable de temor,   lando  por  sobre  el  hielo  se  abre  paso  hacia  el  Sur,  con
 respeto y asombro. Su estatura es aproximadamente la mía, y   velocidad idéntica a una catarata. Creo que es imposible en­
 es de constitución mediana, sin mucha robustez o característi­  lcncler el horror ele mis sensaciones. Sin embargo, la curiosi­
 ca que la distinga. No obstante, la expresión de su semblante   dad  por  penetrar  en  los  misterios  de  lo  que  me  rodea,
 no admite dudas sobre la abismante evidencia de su anciani­  predomina por sobre mi desesperación, y llega a reconciliar­
 dad. Sus cabellos grises son testigos de un pasado remoto, y   me con los más terribles aspectos de la muerte. Es innegable .
 en sus ojos parece escrito el futuro de milenios. El piso del   que somos arrastrados hacia el hallazgo de un secreto intere-

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