Page 50 - Narraciones extraordinarias
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podría haber existido una persona menos apta que yo para sa 111'111 inamente el aire se hizo insoportablemente cálido, car-
lir de los rígidos moldes de la verdad y dejarse arrastrar por 1 11do de exhalaciones espirales como las que emanan de un
los fuegos fatuos de la superstición. Creo conveniente escla l 11 ·1 ro candente. Luego, al llegar la noche, desapareció hasta
recer esto, para que la historia que voy a narrar no sea con 1 1 111:ís ínfimo soplo de viento, y sobrevino una calma absolu
fundida con un simple desvarío de la fantasía. t 11 l .a llama de una bujía, encendida allí, en la popa, ardía sin
Después de pasar mucho tiempo en un ir y venir por tie 1 1 111 ·nor movimiento, y un cabello sostenido entre el índice
rras extranjeras, en 18 ... emprendí un nuevo viaje, desde el \ l'I pulgar podía colgar inmóvil, sin la menor vibración.
puerto de Batavia en la rica y populosa isla de Java, en el que Pese a que el Capitán aseguró que no advertía ninguna
recorrería todo el archipiélago. Me embarqué como pasaje 1i11l1ración de peligro, cuando íbamos derivando en dirección
ro, y sin más aliciente que una inquietud que me obsesiona 11 l,1 rnsta mandó aferrar las velas y arriar el ancla.No se apostó
ba. El navío era un buque de unas cuatrocientas toneladas, 1, 11i11gún vigía, pero la tripulación, compuesta en gran parte
recubierto de cobre y construido en Bombay. Iba Oetado con
algodón de rama, aceite de las islas Laquedivas, bonote•, I" 11 malayos, comenzó a tenderse, deliberadamente, sobre la
azúcar de palma, aceite de manteca clarificada, cocos, y algu 1 1il 1inta. Entonces yo bajé, tragándome un presentimiento de
nas cajas de opio. Dicha carga fue mal estibada y, en conse d1 �gracia. Todas las apariencias me anunciaban la proximidad
cuencia, el lastre resultaba insuficiente. d,· un simún. Le hablé al Capitán de mis temores, y él se alejó,
Recuerdo que zarpamos con un ligero soplo de viento, y 1 vil ando una respuesta.
por algunos días navegamos a lo largo de la costa oriental de Mi intranquilidad aumentaba, impidiéndome dormir, y
Java, sin hallar nada que hiciera variar la monotonía. Pero una 1 1 1 ra de la medianoche subí a cubierta. Al afirmar el pie en
tarde en que me encontraba acodado a bordo en la popa de 1 1 primer peldaño de la escalera de toldilla, escuché un ruido
la embarcación, observé una nube muy singular que se desli 1111·1 te. zumban te, semejante al que producen las revolucio-
zaba hacia el noroeste. Me pareció muy notable, no sólo por 1ws de una rueda de molino, y antes de que intentara descu-
ser la primera que divisaba desde nuestra salida de Batavia, 111 1 1 su significado, noté que el centro del barco se estremecía.
sino también por su color. La contemplé atentamente hasta 1 11vgo, una violenta oleada de espuma estalló por encima de
la puesta del sol, y de pronto la vi extenderse de Este a Oes 111 isotros, volcándonos sobre un costado, y barrió todas las cu
te en el horizonte, como una delgada cinta de vapor que podía h1ntas.
confundirse con una costa baja. En seguida me llamó la aten Lo cierto es que a la furia de esta ráfaga se debió en gran
ción la luna pardo-rojiza, y el cambio repentino del mar, cu 111nlida la salvación de la nave. Los mástiles habían sido lan-
yas aguas se volvieron por instantes más y más transparentes, 1i1dus por encima de la borda, y R_ese a estar completamente
a tal punto que podía distinguir perfectamente el fondo. Re- 1111vgada, después de bambolearse de un costado al otro, logró
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Bonete: fibra del coco. (N. del E.) 111vdarse y ponerse a flote.
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