Page 32 - Narraciones extraordinarias
P. 32

ópera, acompañada por la señorita que estaba con ella en el            Comencé a frecuentar asiduamente los lugares famosos
             palco.                                                              de diversión pública, y, por fin, en el teatro donde la había vis­
                -La que va a su lado también es elegantísima -comentó            to por primera vez, tuve la suerte de hallarla, e intercambiar
             el primero de mis amigos.                                           nuevamente mis miradas con las suyas. Pero esto ocurrió al
                -Es asombrosa. Su aspecto aún es magnífico, pero no ol­          cabo de dos semanas. Entre tanto, diariamente preguntaba
             videmos que el arte obra maravillas. Parece más atractiva que       por Talbot, en su hotel, y recibía el eterno "todavía no ha re­
             hace cinco años, cuando la vi en París. lNo le parece a usted,      gresado" de su lacayo; sentía que volvía a invadirme la indig­
             Simpson?                                                            nación.
                -lTodavía?  -pregunté asombrado-. ¿y por qué no                     En aquella velada, por lo tanto, me encontraba próximo
            habría de serlo? Comparada con su amiga, parece una lámpa­           a la locura. Me habían dicho que Madmne Lalande era pari­
            ra de aceite junto a una estrella de la tarde, una mariposa de       siense, y había llegado recientemente de París. lRegresaría a
             luz comparada con Antares.                                          hancia antes que Talbot volviera del campo? lNo la perdería
                Uno de ellos rió a carcajadas, y luego dijo: -Simpson, tie­      entonces para siempre? Esa idea, que no podía soportar, fue
            ne usted el maravilloso don de hacer descubrimientos ... y por       la que me impulsó a actuar con viril decisión. Apenas terminó
            cierto, muy originales.                                              la representación teatral, seguí a la dama hasta su casa, anoté
                A continuación nos separamos, en tanto que otro princi­          la dirección, y, a la mañana siguiente, le envié una larga y me­
            pió a canturrear un alegre vaudeville, del que sólo capté es­        ditada carta, en la que volqué todo mi corazón.
                                                                                    Me expresaba de ella audazmente, con pasión y libertad.
            tos versos:                                                          No  le  oculté  nada,  ninguna  de  mis  flaquezas;  aludí  a  las
                iNinon, Ninon, Ninon, abas!                                      románticas circunstancias de nuestro primer encuentro, y has­
                iÁ bas Ninon de L'Enclos(                                        ta a las miradas que se cruzaron entre nosotros. Me atrevía a
                Durante aquella escena, hubo algo que me reconfortó,             decirle que estaba seguro de su amor, y al mismo tiempo le
            aunque avivó aún más la pasión que me consumía. Al pasar             ofrecía esa seguridad, y la intensidad de mi afecto, como dis­
            el coche deMadame Lalandc junto a nuestro grupo, noté que            ·ulpa a mi imperdonable proceder. Como tercera excusa, le
            ella me había reconocido, no sólo esto, sino que me favore­          hablé de mi temor a que pudiera abandonar la ciudad antes
            ció con la más exquisita de todas las sonrisas imaginables.          de.; que yo consiguiera la oportunidad para una presentación
                En cuanto a ser presentado a ella, tuve que abandonar to­        formal. Y concluí la más vehemente epístola de amor jamás
            da esperanza; al menos durante el tiempo en que a Talbot se          rscrita, con una franca descripción de mi posición social, de
            le ocurriera permanecer en el campo.                                 mis bienes, y mi proposición matrimonial.
            •                                                                       Con angustiosa espera aguardé la respuesta. Y después
             iNinon, Ninon, Ninon, abajo!
             iAbajo Ninon de L'Enclos!                                           de.; lo que me pareció el transcurso de un siglo, llegó por fin.

                                        30                                                                  31
   27   28   29   30   31   32   33   34   35   36   37