Page 28 - Narraciones extraordinarias
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Si un rayo hubiera caído a mis pies, no me habría queda que se referían a mi. Al término de la breve conversación, Ma
do tan aturdido; sólo aturdido, no ofendido ni disgustado, en dame Lalande giró nuevamente hacia el escenario, y pasaron
absoluto, por más que acción tan atrevida, en otra mujer, pro unos minutos en que pareció muy interesada en la repre
bablemente me habría molestado. Pero ella lo hizo todo con sentación. Sin embargo, luego de unos momentos, mi emo
tanta calma, con tanta naturalidad, con tan evidente gesto de ción aumentó terriblemente, al verla ajustar una vez más los
perfecta educación, que no se la podía acusar de ningún des anteojos que pendían de su cintura, mirarme cara a cara, co
caro, y mis únicos sentimientos fueron de admiración. mo habían hecho antes, y sin hacer caso de los murmullos de
Apenas comenzó a mirarme con los gemelos, pareció sa la gente, inspeccionarme de arriba a abajo, con la maravillo
tisfecha con su examen de mi persona, y ya los retiraba de sus sa compostura que ya había deleitado y turbado mi alma.
ojos, cuando, como si lo hubiese pensado dos veces, volvió a Aquella actitud me sumió en un intenso delirio de amor,
enfocarme, observándome con más atención, quizás por es y sirvió más para enardecerme que para desconcertarme. En
pacio de cinco minutos. la loca intensidad de mi pasión, lo olvidé todo, menos la pre
Aquella acción tan extraordinaria, ejecutada en un teatro sencia de la majestuosa belleza que tenía ante mí. Esperé la
americano, llamó la atención de todo el mundo, y se produjo oportunidad, y cuando me pareció que el público estaba com
cierto revuelo y cuchicheos entre el público, que durante unos pletamente distraído por la representación, atraje la mirada
instantes me llenaron de confusión. En cambio no produje de Madame Lalande, y le dirigí un ligero pero inequívoco sa
ron ningún efecto visible en el semblante de Madame Lalan ludo.
de. Ella se ruborizó, miró hacia otro lado, y después, lenta y
Tras satisfacer su curiosidad, bajó los gemelos y miró tran cautelosamente, observó en torno a sí, para comprobar si mi
quilamente hacia el escenario. Ya no veía más que su perfil, lemerario gesto había sido notado, y a continuación se inclinó
igual que antes. Seguí contemplándola ininterrumpidamente, hacia el caballero que estaba junto ella.
aún cuando me daba perfecta cuenta de mi falta de cortesía. Entonces me di cuenta perfecta de la incorrección que
Entonces noté que su cabeza, muy lentamente, cambiaba de acababa de cometer, y no esperé nada menos que una inme
posición, y pronto llegué a convencerme de que la dama, aún diata explicación, a la vez que, por mi cerebro, pasaba rápida
cuando fingía mirar hacia el escenario, continuaba es mente la visión de unas pistolas a la mañana siguiente.
crutándome atentamente. Supongo que no necesito explicar Sin embargo, a continuación me sentí muy aliviado, al ver
el efecto que aquel proceder causó en mi exaltado ánimo. que la dama le entregaba al caballero el programa de la fun
Después de haberme examinado de aquel modo, quizás ·ión, sin decirle una sola palabra. Y ahora, procure el lector
durante un cuarto de hora, el bello objeto de mi pasión se di formarse una idea de mi asombro, de mi fantástico asombro,
rigió al caballero que se hallaba a su lado, y mientras hablaba de mi delirante arrebato del alma, cuando luego de mirar fur-
con él. me percaté claramente, por las miradas de ambos, de 1 ivamente en rededor, dejó ella que sus ojos resplandecientes
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