Page 282 - Narraciones extraordinarias
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subir, pero en materia de canto, como decía la Catalani, es                    LA CAÍDA DE LA CASA USHER
            mucho más fáci I  subir que bajar. En este caso no tengo
            simpatía por el que baja, ni menos compasión; el Ministro
                                                               i
            D. es un ser monstruoso y carente de principios. Sñem­
            bargo, debo confesar, que me encantaría conocer sus pen­                                                Su corazón es un laúd colgado;
            samientos el día en que se vea forzado a ab1:ir la carta y                                                  no bien lo tocan, resuena.
           corroborar que no es la suya.                                                                                        (De Béranger)
               -¿Por qué? ¿Escribió algo en ella?
               -No me pareció bien dejar el sobre vacío. Hubiera sido
           un insulto.  Y recordé que una vez en Viena, D. me jugó                     En un día de otoño, sombrío, triste, silencioso, con las
           una mala pasada, y sin perder mi humor dije que algún día               nubes bajas y amenazadoras sobre el cielo, crucé yo solo
           me la pagaría. Pensé, entonces, que le gustaría saber quién             una de las regiones más lúgubres de mi país, y por fin,
           demostró tener más ingenio que él,  y decidí dejarle una                cuando  se  acercaba  la noche,  me encontré frente a  la
           pista. D. conoce mi letra, por lo que me limité a escribirle            melancólica casa Usher. Fue muy extraño, pero a la primera
           al medio de la página la siguiente fase:                                mirada que hice sobre la casa me invadió una insoportable
                                             r
                                                                                   tristeza. Sí, insoportable, pues en ella nada había de aquellos
                                              Un dessein sifwzeste,                sentimientos  poéticos  con  que uno  acoge  los  parajes
                      S'il nést digne d' Atée, est digne de Thyeste. *             desolados  y tristes.  El  paisaje que estaba frente a mí
                                                                                   consistía en la mansión, las paredes heladas y desnudas,
               -Lo encontrará usted en la Atrea de Crébillon.                      las ventanas como ojos vacíos, un par de siniestros juncos
                                                                                   y escasos troncos de árboles pelados; todo ello se develó
                                                                                   ante mí como la imagen horrible de lo cotidiano, seguida
                                                                                   de una frialdad, un abatimiento,  una náusea al corazón,
                                                                                   una t r isteza  en  el  pensamiento  que  ni  siquiera  la
                                                                                   imaginación podía elevar hasta lo sublime.  ¿ Qué era lo
                                                                                   que  aquella  visión  provocaba?  Era  un  misterio
           * Tan funesto designio si no es digno de Atrea, digno, en cambio, es    indescifrable;  sólo  pude  concluir  que  existen
           de Thyeste.                                                             combinaciones de objetos del todo naturales y cotidianos

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