Page 281 - Narraciones extraordinarias
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"Luego examiné todo el cuarto y, cuando terminaba "A la mañana siguiente volví en busca de la tabacale
de dar la vuelta entera, mis ojos dieron con una miserable ra. Saludé al Ministro y continuamos con nuestra conver
taijetera de cartón, colgada de la chimenea COl+Jna cinta sación de ayer. De pronto, sonó un disparo en la calle se
azul Y sucia. Tenía tres compartimentos, que estaban ocu guidos de gritos de teITor. D. se precipitó a la ventana,
pados por unas tres o cuatro taijetas de visitas y una sola abriéndola para ver qué sucedía; fue el preciso instante
carta arrugada y manchada. Esta última había sido casi que aproveché para cambiar la carta del taijetero por otra
partida por la mitad, como si alguien hubiera tenido ese en que yo había imitado el sello de D. con un miga de pan.
primer impulso y luego se hubiese aITepentido. Tenía un "El alboroto callejero se había provocado por un hom
gran sello negro con el membrete de D. muy visible, y bre con un fusil, que acababa de disparé.i en plena calle. Se
estaba dirigida al mismo D. con una pequeña letra de mu comprobó, no obstante, que el arma no estaba cargada, y
jer. La carta había sido puesta con descuido, casi aITojada dejaron libre al individuo considerándolo un loco, un bo
en el ta1jetero. JTacho. Al rato me despedí. ¡Ah!, debo agregar que el lu
"Apenas vi esa carta supe que era la que buscaba. Sin nático había sido pagad por mí".
embargo, su apariencia difería totalmente de la descrip -¿Pero -pregunté- cuáles eran sus intenciones al
ción del Prefecto: el sello en este caso era grande y negro, remplazar la carta por otra? ¿No hubiera sido más fácil
con el monograma de D., en la original era pequeño y rojo apoderarse de ella en la primera visita?
y con las armas de la familia; el sobre estaba dirigido al -El Ministro D. -contestó Dupin- es un hombre re
Ministro con una diminuta letra de mujer, en el otro, la suelto, inescrepuloso y valiente. Cuenta con muchos se
letra era firme y decidida y estaba dirigido a alguien de la guidores. Un acto como el que usted sugiere me habría
casa real; sólo coincidía el tamaño del sobre. Pero!� sime costado la vida. Pero además, llevaba una segunda inten
tría de estas diferencias y lo manchado y sucio del sobre, ción. Usted conoce muy bien mis afinidades políticas. En
tan poco del carácter metódico del Ministro, y las sugesti este asunto había actuado como partidario de la dama com
vas con la idea de insinuar que era una carta de poco valor, prometida. Fue durante dieciocho meses que el Ministro
me llevaron reconocerla. Era evidente que la carta, al igual la tuvo a su merced; es ahora ella quien lo tiene a él, pues
que un guante, había sido dada vuelta a fin de ponerle un ignorando que ya no posee l a carta continuará
nuevo sello y un nueva dirección. Luego de mi descubri chantajéandola a su antojo, esto lo llevará, sin duda, a la
miento, me despedí del Ministro y me fui dejando una ta ruina definitiva. Su caída, además, será abrupta y ridícula.
bacalera de oro sobre la mesa. Es cierto lo que dicen: que es mucho más fácil bajar que
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