Page 248 - Narraciones extraordinarias
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sión dura e inmutable de desprecio al dolor humano. Veía                  habría salvación para el hombre. Cuando despertamos de
         cómo los decretos, que para mi eran el destino, salían de                 un sueño profundo rompemos la telaraña de algún otro
         esos labios. Vi también cómo pronunciaban mi  nombre                      sueño;  la cual es tan delicada que, segundos más tarde,
         junto a una frase de muerte; y me estremecí al darme cuenta               olvidamos haber soñado.
         que el sonido no seguía al movimiento.                                        Al volver a la vida luego de un desmayo hay dos eta­
             Durante algún momento, percibí con espanto la ondu­                   pas: el sentimiento de lo moral o espiritual y el de la exis­
         lación de las negras colgaduras que cubrían las paredes de                tencia física. Es probable que si al llegar a la segunda eta­
         la sala; y entonces mi vista se fijó en siete candelabros que             pa recordáramos los detalles de la primera, comprendería­
         estaban sobre la mesa, los cuales en un principio tomaron                 mos el abismo transmundano. Pero, ¿cuál es ese abismo?
         un aspecto de caridad e imaginé que eran blancos ángeles                  ¿Cómo distinguiríamos sus sombras de las de la tumba? Y
         que venían a salvarme. Sin embargo, de pronto mi alma                     aunque las impresiones de la primera etapa no llegaran a
         fue invadida por una sensación de asco mortal, y sentí que                nuestra mente, con el paso del tiempo, vendrían de igual
         cada fibra de mi ser había estado en contacto con un cho­                 forma, y no reconoceríamos su procedencia. Quien no se
         que eléctrico. Y fue así como los supuestos ángeles toma­                 ha desmayado nunca, jamás reconocerá entre las llamas
         ron su real forma y yo comprendí que no debía esperar la                  extrañas casas y palacios que le resultan familiares, ni con­
         ayuda de nadie. No obstante, mi imaginación insinuó el                    templará, flotando en el aire, sensaciones melancólicas que
         futuro y delicioso descanso que nos espera en la tumba.                   el común de los mortales no puede visualizar; no será él
         Esta idea se acercó en forma suave, y necesité de un (ato                 quien pierda su tiempo en el perfume de una flor descono­
         para apreciarla completamente; pero, justo cuando comen­                  cida o en el misterio de una melodía que no había sido
         zaba a sentirme bien con aquella idea, la figura de los jue­              escuchada.
         ces, los candelabros y sus llamas desaparecieron por com­                     Hice enormes esfuerzos por recuperar algún vestigio
         pleto, y sobrevino la oscuridad. El universo se volví� solo               de aquel estado de vacío, y hubo momentos en los cuales
         tinieblas, silencio e inmovilidad.                 \                      soñé vencer; espacios brevísimos de tiempo en que llegué
             Incluso desmayado no había abandonado totalmente                      a condensar algunos recuerdos de otras épocas. Entre ellos
         la conciencia; me quedaba una parte que no intentaré defi­                percibo sombras de grandes figuras que me levantaban  y
         nir. En fin, todo no estaba perdido. En el sueño más pro­                 me conducen hacia abajo, tan abajo que siento un vértigo
         fundo  ... ¡no! En el delirio  ... ¡no! En el desmayo  ... ¡no! Ni        espantoso ante la idea de un infinito descender.
         siquiera en la tumba está todo perdido; de otro modo no                       Recuerdo también un extraño horror que experimen-


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