Page 250 - Narraciones extraordinarias
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taba ante la calma del corazón, y una repentina inmovili­               pues las tinieblas me sofocaban y el aire estaba muy pesa­
           dad de este cortejo de fantasmas, quienes hastiados de des­             do. Continué en la misma posición, haciendo un esfuerzo
           cender habían parados rendidos ante la interminable labor.              por pensar. Y así fue que recordé los procedimientos de la
           Mi memoria recuerda además una sensación húmeda e in­                   Inquisición, y comencé a deducir mi situación. Me pare­
           sípida, y después, no es más que locura, la locura de unos              ció que desde el dictado de la sentencia hasta ahora había
           recuerdos espantosos.                                                   pasado mucho tiempo. Aunque no imaginé en ningún mo­
               De pronto vuelvo a percibir un movimiento y un soni­                mento que podría estar muerto, pues esta idea es incompa­
           do: el agitar de mi corazón y el rumor de sus latidos. Lue­             tible con la real existencia, no sabía ni dónde me encontra­
           go, viene una pausa y todo desaparece. Después, el movi­                ba ni en qué estado.  Sabía que los condenados a muerte
           miento y el sonido otra vez. Luego, una sensación de exis­              generalmente morían en los Autos de Fe. La tarde de mi
           tencia pero sin pensamiento que duró mucho tiempo. Des­                 juicio se había celebrado uno de estos. Posiblemente, me
           pués, nuevamente el pensamiento, el cual se agitó brusca­               habían devuelto  a mi calabozo para esperar el próximo
           mente tratando de comprender mi estado. Al rato, un pro­                sacrificio de este tipo. Comprendí que esto no podía ser,
           fundo deseo de volver a la insensibilidad. Luego, renace el             pues todas las víctimas habían sido requeridas, además de
           alma y aparece un débil movimiento. Finalmente, el re­                  que mi celda en Toledo tenía luz y yo me encontraba en las
           cuerdo de todo el proceso, los negros tapices, la sentencia             tinieblas.
           y mi desmayo. Lo que ocurrió después, lo ignoro comple­                      Súbitamente, una espantosa idea hizo que mi corazón
           tamente. Sólo el tiempo y mi voluntad constante me han                   se acelerara y que yo volviera algunos instantes a la insen­
           ayudado vagamente a recordar.                                            sibilidad. Al recuperarme, me paré de golpe y ,  con los bra­
               Durante todo este tiempo no había abierto los ojos, sin              zos extendidos en todas las direcciones, traté de tocar las
           embargo, sabía que estaba tendido de espaldas y sin atadu­               paredes de mi tumba. No obstante, no sentí nada. Sudaba
           ras. Extendí mi mano y toqué algo duro y húmedo.  erma­                  incansablemente ante el horror de la verdad, y esta agonía
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           necí algunos minutos quieto tratando de adivinar dóncl                   se hizo intolerable. Avancé temerosa y lentamente, mas, al
           me encontraba. No me atrevía a abrir los ojos por temor a                no topar con nada, respiré aliviado, pues era evidente que
           una primera mirada. No temía el ver cosas horribles si n                 mi sospecha era errada.
           que más bien el no ver nada.                                                 Entonces, todos los rumores acerca de los horrores de
               Finalmente y con gran angustia, abrí los ojos. Mis sos­              Toledo que alguna vez había escuchado, se agolparon en
           pechas eran ciertas:  todo era oscuridad.  Intenté respirar,             mi memoria. De esos calabozos se contaban cosas extra-


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