Page 251 - Narraciones extraordinarias
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taba ante la calma del corazón, y una repentina inmovili­  pues las tinieblas me sofocaban y el aire estaba muy pesa­
 dad de este cortejo de fantasmas, quienes hastiados de des­  do. Continué en la misma posición, haciendo un esfuerzo
 cender habían parados rendidos ante la interminable labor.   por pensar. Y así fue que recordé los procedimientos de la
 Mi memoria recuerda además una sensación húmeda e in­  Inquisición, y comencé a deducir mi situación. Me pare­
 sípida, y después, no es más que locura, la locura de unos   ció que desde el dictado de la sentencia hasta ahora había
 recuerdos espantosos.   pasado mucho tiempo. Aunque no imaginé en ningún mo­
 De pronto vuelvo a percibir un movimiento y un soni­  mento que podría estar muerto, pues esta idea es incompa­
 do: el agitar de mi corazón y el rumor de sus latidos. Lue­  tible con la real existencia, no sabía ni dónde me encontra­
 go, viene una pausa y todo desaparece. Después, el movi­  ba ni en qué estado.  Sabía que los condenados a muerte
 miento y el sonido otra vez. Luego, una sensación de exis­  generalmente morían en los Autos de Fe. La tarde de mi
 tencia pero sin pensamiento que duró mucho tiempo. Des­  juicio se había celebrado uno de estos. Posiblemente, me
 pués, nuevamente el pensamiento, el cual se agitó brusca­  habían devuelto  a mi calabozo para esperar el próximo
 mente tratando de comprender mi estado. Al rato, un pro­  sacrificio de este tipo. Comprendí que esto no podía ser,
 fundo deseo de volver a la insensibilidad. Luego, renace el   pues todas las víctimas habían sido requeridas, además de
 alma y aparece un débil movimiento. Finalmente, el re­  que mi celda en Toledo tenía luz y yo me encontraba en las
 cuerdo de todo el proceso, los negros tapices, la sentencia   tinieblas.
 y mi desmayo. Lo que ocurrió después, lo ignoro comple­  Súbitamente, una espantosa idea hizo que mi corazón
 tamente. Sólo el tiempo y mi voluntad constante me han   se acelerara y que yo volviera algunos instantes a la insen­
 ayudado vagamente a recordar.   sibilidad. Al recuperarme, me paré de golpe y ,  con los bra­
 Durante todo este tiempo no había abierto los ojos, sin   zos extendidos en todas las direcciones, traté de tocar las
 embargo, sabía que estaba tendido de espaldas y sin atadu­  paredes de mi tumba. No obstante, no sentí nada. Sudaba
 ras. Extendí mi mano y toqué algo duro y húmedo.  erma­  incansablemente ante el horror de la verdad, y esta agonía
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 necí algunos minutos quieto tratando de adivinar dóncl   se hizo intolerable. Avancé temerosa y lentamente, mas, al
 me encontraba. No me atrevía a abrir los ojos por temor a   no topar con nada, respiré aliviado, pues era evidente que
 una primera mirada. No temía el ver cosas horribles si n   mi sospecha era errada.
 que más bien el no ver nada.   Entonces, todos los rumores acerca de los horrores de
 Finalmente y con gran angustia, abrí los ojos. Mis sos­  Toledo que alguna vez había escuchado, se agolparon en
 pechas eran ciertas:  todo era oscuridad.  Intenté respirar,   mi memoria. De esos calabozos se contaban cosas extra-


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