Page 24 - Narraciones extraordinarias
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expresar sus magníficas proporciones, y aún este vocablo me           de lo que se ha contado con respecto al  flechazo en el terre­
           parece ridículamente débil cuando lo escribo.                         no del amor. Mis sentimientos eran enteramente diferentes
               La magia de las bellas formas en las mujeres, el embrujo          a todo cuanto había experimentado hasta entonces. Era algo
           del encanto femenino, ha sido siempre para mí una fuerza a            inexplicable,  que  me  veo  obligado  a  considerar  como
           la que no he podido resistir. Pero en aquella mujer se encar­         magnética simpatía de alma a alma; algo que parecía encade­
           naba la gracia más pura. Era el bello úieal de mis delirantes         nar no sólo mi vista, sino también mis facultades de pensar y
           fantasías.                                                            sentir. Advertí, sentí, y supe, que estaba profundamente ena­
               Aquella silueta, que en su mayor parte podía ver gracias          morado, irrevocablemente enamorado, y ello, aún antes de
           a la construcción del palco, era de estatura algo superior a la       ver el rostro de la mujer amada. Tan intensa era, en efecto, la
           común, y casi llegaba a lo majestuoso. La cabeza, de la cual          pasión que ya me consumía, que tuve la certeza de que mer­
           sólo era visible la parte posterior, rivalizaba en contorno con       maría muy poco, si esto era posible, si las facciones de su ros­
           la de la griega Psíquis, y estaba casi al descubierto, aún cuan­      tro no me mostraran más que unos rasgos vulgares. De tal
           do llevaba un elegante sombrero de gaza aetienne', que me             modo es anómala esta naturaleza del amor por flechazo, y tan
           hizo evocar el ventum textilem • de Apulcyo. El brazo derecho         poco depende de las·condiciones exteriores que parecen go­
           se apoyaba en la balaustrada del palco, y hacía estremecer to­        bernarlo y crearlo.
           dos los nervios de mi cuerpo con su exquisita simetría. Su par­           Mientras me hallaba absorto en la contemplación de esa
           te superior estaba cubierta con una de esas mangas abiertas           visión hechicera, cierto alboroto entre el público la hizo vol­
           y sueltas, hoy tan en boga, que apenas le llegaba al codo. De­        ver levemente la cabeza, de modo que pude ver todo el per­
           bajo llevaba otra tela sutil, muy ceñida, terminada en un puño        fil. Su belleza excedía a todo cuanto yo había supuesto, pero
           de rico encaje que le caía graciosamente sobre la mano; esa           algo me desconcertó, sin que pudiera explicarme exactamen­
           mano de la que quedaban al descubierto únicamente los de­             te qué era. Mis sentimientos mostraron menos arrobamiento,
           licados dedos, en uno de los cuales brillaba una sortija de dia­      pero más profundo entusiasmo. Aquel estado de ánimo lo ori­
           mantes de extraordinario valor. La admirable redondez de su           ginaba, quizás, el aire de madonna del rostro. Sin embargo, al
           muñeca quedaba realzada por un brazalete también adorna­              pensarlo más, comprendí que no era sólo este detalle. Existía
           do y cerrado por un magnífico broche de piedras preciosas,            algo más; un misterio que yo no podía descubrir, y que aumen­
           que me hablaban, a la vez, de la riqueza y el buen gusto de           taba mi interés. En realidad me hallaba en ese estado del al­
           quien las llevaba.                                                    ma  que  predispone  a  un  hombre  joven  y  enamoradizo  a
              Media hora por lo menos estuve contemplando aquella                cometer cualquier extravagancia. Si esa dama hubiera estado
           .                                                                     amor, arriesgándome a cuanto pudiera suceder. Afortunada­
           regia aparición, y durante aquel tiempo sentí toda la fuerza          sola, yo habría entrado en su palco, y le hubiese declarado mi

           Gaza aerienne: gaza aérea. Venttun textilem: Tejido de viento, de aire.   mente la acompañaban un caballero y una mujer de notable

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