Page 25 - Narraciones extraordinarias
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expresar sus magníficas proporciones, y aún este vocablo me   de lo que se ha contado con respecto al  flechazo en el terre­
 parece ridículamente débil cuando lo escribo.   no del amor. Mis sentimientos eran enteramente diferentes
 La magia de las bellas formas en las mujeres, el embrujo   a todo cuanto había experimentado hasta entonces. Era algo
 del encanto femenino, ha sido siempre para mí una fuerza a   inexplicable,  que  me  veo  obligado  a  considerar  como
 la que no he podido resistir. Pero en aquella mujer se encar­  magnética simpatía de alma a alma; algo que parecía encade­
 naba la gracia más pura. Era el bello úieal de mis delirantes   nar no sólo mi vista, sino también mis facultades de pensar y
 fantasías.   sentir. Advertí, sentí, y supe, que estaba profundamente ena­
 Aquella silueta, que en su mayor parte podía ver gracias   morado, irrevocablemente enamorado, y ello, aún antes de
 a la construcción del palco, era de estatura algo superior a la   ver el rostro de la mujer amada. Tan intensa era, en efecto, la
 común, y casi llegaba a lo majestuoso. La cabeza, de la cual   pasión que ya me consumía, que tuve la certeza de que mer­
 sólo era visible la parte posterior, rivalizaba en contorno con   maría muy poco, si esto era posible, si las facciones de su ros­
 la de la griega Psíquis, y estaba casi al descubierto, aún cuan­  tro no me mostraran más que unos rasgos vulgares. De tal
 do llevaba un elegante sombrero de gaza aetienne', que me   modo es anómala esta naturaleza del amor por flechazo, y tan
 hizo evocar el ventum textilem • de Apulcyo. El brazo derecho   poco depende de las·condiciones exteriores que parecen go­
 se apoyaba en la balaustrada del palco, y hacía estremecer to­  bernarlo y crearlo.
 dos los nervios de mi cuerpo con su exquisita simetría. Su par­  Mientras me hallaba absorto en la contemplación de esa
 te superior estaba cubierta con una de esas mangas abiertas   visión hechicera, cierto alboroto entre el público la hizo vol­
 y sueltas, hoy tan en boga, que apenas le llegaba al codo. De­  ver levemente la cabeza, de modo que pude ver todo el per­
 bajo llevaba otra tela sutil, muy ceñida, terminada en un puño   fil. Su belleza excedía a todo cuanto yo había supuesto, pero
 de rico encaje que le caía graciosamente sobre la mano; esa   algo me desconcertó, sin que pudiera explicarme exactamen­
 mano de la que quedaban al descubierto únicamente los de­  te qué era. Mis sentimientos mostraron menos arrobamiento,
 licados dedos, en uno de los cuales brillaba una sortija de dia­  pero más profundo entusiasmo. Aquel estado de ánimo lo ori­
 mantes de extraordinario valor. La admirable redondez de su   ginaba, quizás, el aire de madonna del rostro. Sin embargo, al
 muñeca quedaba realzada por un brazalete también adorna­  pensarlo más, comprendí que no era sólo este detalle. Existía
 do y cerrado por un magnífico broche de piedras preciosas,   algo más; un misterio que yo no podía descubrir, y que aumen­
 que me hablaban, a la vez, de la riqueza y el buen gusto de   taba mi interés. En realidad me hallaba en ese estado del al­
 quien las llevaba.   ma  que  predispone  a  un  hombre  joven  y  enamoradizo  a
 Media hora por lo menos estuve contemplando aquella   cometer cualquier extravagancia. Si esa dama hubiera estado
 .      sola, yo habría entrado en su palco, y le hubiese declarado mi
 regia aparición, y durante aquel tiempo sentí toda la fuerza
        amor, arriesgándome a cuanto pudiera suceder. Afortunada­
 Gaza aerienne: gaza aérea. Venttun textilem: Tejido de viento, de aire.   mente la acompañaban un caballero y una mujer de notable

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