Page 228 - Narraciones extraordinarias
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Ninguno de los asistentes intentó negar o reprimir el                 Durante un intervalo de siete meses continuamos visi-
            indescriptible horror que esas palabras tan bien pronun­               1 ando al señor Valdemar, siempre acompañados de amigos
            ciadas le produjeron. El señor L  ... se desmayó. Los enfer­           u otros médicos. En este tiempo, su estado de sonambulis-
            meros huyeron despavoridos de la habitación. Respecto                  1110 permaneció exacto. Los enfermeros lo vigilaban cons­
            de mi propia impresión, no encuentro palabras para expli­              tantemente.
            carla. Durante casi uno hora nos mantuvimos en silencio,                  Fue un viernes cuando decidimos llevar a cabo el ex-
            afanados en tratar de revivir al señor L.  .. ; cuando se recu­        perimento de despertarlo; y es seguramente el deplorable
            peró, continuamos con el examen del señor Valdemar.                    resultado de esto lo que ha promovido tantas discusiones,
                Todos los aspectos de su estado se mantenían igual,                las cuales no son más que producto de una injustificada
            excepto que ahora al acercar el espejo a sus labios no ha­             -rcdulidad popular.
            bía señal de respiración. Una tentativa de sangría en el brazo             Con el fin de sacar al señor Valdemar de su sonambu-
            falló, y este tampoco seguía sujeto a mi voluntad, aún cuan­           1 i  smo, hice unos acostumbrados pases, que en un princi­
            do me esforcé en que siguiera la dirección de mis movi­                pio parecieron ineficaces. La primera señal de vuelta a la
            mientos. El único signo de influencia magnética era la vi­             vida fue un descenso parcial del iris, acompañado del flu­
            bración de su lengua cada vez que yo le hacía una pregun­              jo de un líquido amarillo de olor desagradable. Me sugi­
            ta. Parecía hacer un esfuerzo por responder, pero su vo­               .ricron tratar de influir nuevamente en su brazo, y lo inten-
            luntad era por segundo más débil. Si cualquier otra perso­             16 sin resultado. El doctor F  ... entonces, me instó a hacerle
            na le hacía una pregunta, se mantenía insensible ante ella,            una pregunta:
            incluso si yo intentaba ponerlo en "relación" mesmérica                    -Señor Valdemar -dije-, ¿puede explicarnos cuáles son
           con él. Cerca de las diez, conseguimos a otros enfermeros,              ahora sus sensaciones o deseos?
           y salí junto a los doctores y el señor L.  .. de la casa.                   Instantáneamente, los círculos de la fiebre hética re­
               Al volver por la tarde, el paciente continuaba  _ynJ se­            lornaron a su rostro, la lengua giró violenta y rápida den-
           mejante estado. Discutimos acerca de la posibilidad de des­             1 ro de la boca,  las mandíbulas y los labios continuaban
           pertarlo, pero concluimos que esto no le aportaría ningún               como  antes,  y,  finalmente,  la misma voz indescriptible
           bien. Era evidente que la muerte (o lo que suele llamarse               contestó:
           con ese nombre) había sido detenida por la influencia mag­                  -¡Por el amor de Dios!  ... Pronto  ... pronto  ... ¡Despiér-
           nética, y, por lo tanto, estaba claro que despertarlo era apre­         teme o duérmame!  ... Pronto  ... ¡Le digo que estoy muerto!
           surar este proceso.                                                         Yo estaba completamente acobardado, y por un minu-

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