Page 225 - Narraciones extraordinarias
P. 225

� oder que le aplicaba, no se produjo ningún efecto percep­  ba en un perlecto trance magnético. La curiosidad de am­
 tible hasta que a eso de las diez llegaron los doctores D  ... y   bos doctores era enorme: D  ... decidió permanecer toda la
 F.  .. . Les expliqué con breves palabras lo que pensaba ha­  noche junto al cuerpo, F.  .. prometió volver al alba, el se­
 cer, Y co o no pusieron ningún obstáculo, pues dijeron  ñor L.  .. y los enfermeros también se quedaron.
 �
 que el paciente ya se encontraba en agonía, continué sin  Dejamos tranquilo a Valdemar hasta la tres de la ma­
 vac lar. Sin embargo, cambié los pases laterales por otros  drugada, y cuando volvimos, lo encontré en idéntico esta­
 �
 _
 hacia abaJo, concentrando mi mirada exclusivamente en  do y en la misma posición  ... la respiración era mínima,
 los ojos del enfermo.  sólo perceptible al acercarle un espejo a los labios, los ojos
 .   �� rante ese rato era imperceptible su pulso, y la res­  cerrados naturalmente, y las extremidades rígidas y duras
 p1rac10n estertorosa se oía en intervalos de medio minuto.   como el mármol. Su aspecto no era de ninguna manera el
 Este  estado continuó inalterable  por un  cuarto de hora.   de la muerte.
 Pasado este período, un suspiro hondo, aunque natural, se   Me aproximé  al  moribundo e hice un esfuerzo para
 escapó de su boca. Su respiración dejó de ser perceptible,   obligar a su brazo a levantarse junto con el mío. En situa­
 y sus extremidades estaban frías como el hielo.   ciones anteriores este experimento no había dado ningún
 Cinco para las once percibí señales inequívocas de la   resultado, sin embargo, fui sorprendido al ver que su débil
 influencia magnética. El movimiento giratorio de los ojos   brazo seguía la dirección que señalaba el mío. Ante esto,
 se transformó en esa  inconfundible  expresión de mirar hacia   decidí intentar una conversación:
 aden ro característica del sonambulismo. Con algunos pa­  -Señor Valdemar -pregunté- ¿Está usted dormido?
 �
 ses  Ice estremecerse los párpados, como en un incipiente   No contestó, pero noté un temblor en sus labios;  lo
 �
 sueno, Y con otros pases más, logré cerrarlos. No estando   que me llevó a repetir la pregunta varias veces. A la tercera
 satisfecho con esto,  continué mis manipulaciones h  ta   interrogación su cuerpo se estremeció en un movimiento
 conseguir la rigidez total de todos los miembros del agcbi­  convulso. Sus párpados se abrieron y de sus labios brotó
 z nte, luego de colocarlo en una postura que me pareció  un débil murmullo:
 �
 _
 cornada: las piernas y brazos completamente estirados  y   -Sí, ahora duermo  ... ¡No me despierte!.  .. ¡Déjeme mo­
 la cabeza ligeramente levantada.   rir así!
 y na vez  e lizado esto dieron las doce de la noche, y   Toqué sus miembros y seguían rígidos. Su brazo con­
 : �
 ped1 a los medicas que revisaran el estado del paciente.   tinuaba siguiendo al mío. Volví a preguntar:
 Después de vaiias pruebas, confirmaron que se encontra-  -¿Continúa su dolor en el pecho, señor Valdemar?


 222                                223
   220   221   222   223   224   225   226   227   228   229   230