Page 205 - Narraciones extraordinarias
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siasmo qu fingen se adapta  a lo que la ocasión y oportu­  -Quisiera estar seguro.
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 mdad reqmere, con el fin de engañar a los millonarios in­  -¡¡¡Amontillado!!!
 gleses Y austríacos. Y aunque en algunos casos, sobretodo  -Supuse que estarías muy ocupado, por eso voy a bus-
 en lo que a pinturas y piedras preciosas se refiere, Fortunato   ·ar a Lucresi. Él  es un excelente catador, podrá aconsejar-
 era, al igual que sus compatriotas, un charlatán; en cuanto   me  ...
 a vinos añejos, era sincero. Yo no era diferente a él en este  -¿Lucresi? ¡Ese  es  incapaz  de  distinguir  entre  el
 punto; experto en vinos italianos, compraba todos los que  amontillado y el jerez!
 podía.     -Sin embargo, hay necios que afirman que su paladar
 Una noche, en plena locura del Carnaval  encontré a  ·s superior al de todos.
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 mi  migo.  Me  saludó  excesivamente  alegre' pues  había  -¡Vamos! ¡Vamos!
 bebido  bastante. Iba disfrazado  de bufón, con un ceñido  -¿Adónde?
 traje de rayas de colores, y en su cabeza lucía un sombrero   -A tú bodega.
 adornado con cascabeles en las puntas.  Me sentí tan alegre  -No, mi amigo. Veo que estás muy ocupado; Lucresi
 al verlo, que no hubiera concluido nunca de estrecharle la  es un buen conocedor, él podrá  ...
 mano.       -Podemos ir, no tengo ningún compromiso, ¡vamos!

 -Querido Fortunato -le dije-, este a sido un encuentro  -No, querido amigo, no se trata de compromisos, veo
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 afortunado. ¡ ero  que  buen  aspecto  tienes hoy!  Figúrate  que tiene  mucho frío ... las bodegas  son muy húmedas y
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 que  h �  rec1b1do  un  barril  de  vino;  me  dicen  que  es   sus paredes están cubiertas de salitre.
 amontillado, pero tengo dudas acerca de su autenticidad.   -¡Vamos!,  no  importa  el  frío.  ¡Podemo  s   ir!
 -¡¿Cómo?! -exclamó triunfalmente-. ¿Amontillado?   ¡Amontillado! ¡Te han engañado! Además, Lucresi no sabe
 ¿  Un barril de amontillado? ¿En pleno Carnaval? ¡Imposible!   distinguir entre el jerez y el amontillado.
 -Ya  te he  dicho que tengo mis dudas -contesté- he  Y diciendo esto, Fortunato me tomó del brazo.  Me puse
 iba  a cometer la tontería de pagarlo  sin antes consult�rte  '  un antifaz de seda negra, y me dejé guiar apresuradamente
 pero no te enc ntraba por ninguna parte; y no quería per-  hasta mi casa. En mi morada no había criados; todos ha­
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 der la oportumdad de tan buen negocio.   bían salido  para festejar  el Carnaval. Yo les había dicho
 -¡Amontillado!   que no volvería hasta la mañana siguiente, dándoles la or­
 -Tengo mis dudas.  <lcn de  que no  abandonaran la  casa.  Esto  me  aseguraba
 -¡Amontillado!  que, apenas hube salido, ellos habían despoblado por com-


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