Page 204 - Narraciones extraordinarias
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siasmo qu fingen se adapta  a lo que la ocasión y oportu­                  -Quisiera estar seguro.
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          mdad reqmere, con el fin de engañar a los millonarios in­                  -¡¡¡Amontillado!!!
          gleses Y austríacos. Y aunque en algunos casos, sobretodo                  -Supuse que estarías muy ocupado, por eso voy a bus-
          en lo que a pinturas y piedras preciosas se refiere, Fortunato          ·ar a Lucresi. Él  es un excelente catador, podrá aconsejar-
          era, al igual que sus compatriotas, un charlatán; en cuanto             me  ...
          a vinos añejos, era sincero. Yo no era diferente a él en este               -¿Lucresi? ¡Ese  es  incapaz  de  distinguir  entre  el
          punto; experto en vinos italianos, compraba todos los que               amontillado y el jerez!
          podía.                                                                      -Sin embargo, hay necios que afirman que su paladar
              Una noche, en plena locura del Carnaval  encontré a                  ·s superior al de todos.
          mi  migo.  Me  saludó  excesivamente  alegre' pues  había                   -¡Vamos! ¡Vamos!
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          bebido  bastante. Iba disfrazado  de bufón, con un ceñido                   -¿Adónde?
          traje de rayas de colores, y en su cabeza lucía un sombrero                 -A tú bodega.
          adornado con cascabeles en las puntas.  Me sentí tan alegre                 -No, mi amigo. Veo que estás muy ocupado; Lucresi
          al verlo, que no hubiera concluido nunca de estrecharle la              es un buen conocedor, él podrá  ...
          mano.                                                                       -Podemos ir, no tengo ningún compromiso, ¡vamos!

              -Querido Fortunato -le dije-, este a sido un encuentro                  -No, querido amigo, no se trata de compromisos, veo
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          afortunado. ¡ ero  que  buen  aspecto  tienes hoy!  Figúrate            que tiene  mucho frío ... las bodegas  son muy húmedas y
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          que  h �  rec1b1do  un  barril  de  vino;  me  dicen  que  es            sus paredes están cubiertas de salitre.
          amontillado, pero tengo dudas acerca de su autenticidad.                     -¡Vamos!,  no  importa  el  frío.  ¡Podemo    s   ir!
              -¡¿Cómo?! -exclamó triunfalmente-. ¿Amontillado?                     ¡Amontillado! ¡Te han engañado! Además, Lucresi no sabe
          ¿  Un barril de amontillado? ¿En pleno Carnaval? ¡Imposible!             distinguir entre el jerez y el amontillado.
              -Ya  te he  dicho que tengo mis dudas -contesté- he                      Y diciendo esto, Fortunato me tomó del brazo.  Me puse
          iba  a cometer la tontería de pagarlo  sin antes consult�rte  '          un antifaz de seda negra, y me dejé guiar apresuradamente
         pero no te enc ntraba por ninguna parte; y no quería per-                 hasta mi casa. En mi morada no había criados; todos ha­
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         der la oportumdad de tan buen negocio.                                    bían salido  para festejar  el Carnaval. Yo les había dicho
             -¡Amontillado!                                                        que no volvería hasta la mañana siguiente, dándoles la or­
             -Tengo mis dudas.                                                     <lcn de  que no  abandonaran la  casa.  Esto  me  aseguraba
             -¡Amontillado!                                                        que, apenas hube salido, ellos habían despoblado por com-


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