Page 183 - Narraciones extraordinarias
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que pronunció al reconocerse en la sala de disección.   rrado. Lo que voy a contar ahora no puede ser más cierto,
 Sería muy fácil seguir citando ejemplos como estos,   pues proviene de mi propia y personal experiencia.
 pero no creo que sea ya necesario. Cuando se piensa en lo   Durante varios años padecí de unos extraños ataques
 difícil que son estos casos y sin embargo se encuentran,   que los médicos suelen llamar catalepsia, a falta de otro
 debemos admitir que han ocurrido muchos otros de los   nombre más característico. Los síntomas de esta enferme­
 que no nos hemos enterado. En realidad, cuando por cual­  dad, aunque varían su intensidad según los casos, son bas­
 quier razón se remueven los cadáveres de un cementerio  '  lantes conocidos; no así sus causas, por lo que su origen
 aparecen esqueletos en tan extrañas posiciones que no po-  sigue siendo un misterio.  Hay veces en que el paciente
 demos sino sospechar cosas horribles, aunque no tan ho­  permanece en letargo sólo un día,  y en otras ocasiones,
 rribles como la realidad misma.   periodos más breves. En apariencia está inmóvil e incons­
 Podemos afirmar que no hay suplicio más espantoso   ciente, pero las pulsaciones del corazón, aunque débiles,
 que el entierro antes de la muerte, pues lleva al máximo la   se perciben; así como el color en sus mejillas y un leve
 tortura física y moral. El insoportable peso sobre los pul­  calor en todo el cuerpo, incluso, si acercamos un espejo a
 mones; las emanaciones de la tierra húmeda; las adherentes   sus labios, podemos detectar una débil respiración. En otros
 vestiduras funerarias; la estrechez de la morada; la oscuri­  casos el trance dura semanas y hasta meses, mientras los
 dad de la noche; el silencio como un mar que abruma; la   exámenes más minuciosos no logran distinguir entre el
 presencia  invisible  pero  palpable  del gusano  destructor; ,   estado de la víctima y la muerte misma. A menudo son sus
 todo esto más la idea del aire exterior; del recuerdo de los   amigos quienes lo salvan del entierro prematuro, ya que
 amigos que si conocieran nuestra situación correrían a sal­  saben que el enfermo sufría antes de catalepsia; pero sobre
 varnos, y la conciencia de que nunca podrán saberlo; la   lodo lo salva la total ausencia de descomposición corpo­
 seguridad de que nuestro destino es el de los muertos de   ral. Por fortuna la enfermedad avanza gradualmente, y los
 verdad;  todo esto llevan  al corazón aún palpitante a un   ataques son cada vez más característicos y cada uno dura
 nivel de horror tan espeluznante, ante el cual retrocedería   más que el anterior. Gracias a este avance progresivo hay
 la imaginación más audaz. No existe sobre la Tierra un   menos posibilidades de inhumación. El desgraciado que
 suplicio semejante, no podemos pensar siquiera que en los   tuviera su primer ataque de igual intensidad que los poste­
 Infiernos haya una agonía tan horrible. Por eso, los relatos   riores, sería inevitablemente enterrado vivo.
 de este tipo siempre causan un profundo interés, el cual   Mi propia enfermedad no difería en ningún detalle de
 depende siempre de nuestra fe en la verdad del suceso na-  la estudiada en los libros de medicina. A veces, sin causa

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