Page 184 - Narraciones extraordinarias
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aparente, me hundía en un estado de letargo, como un des­              en vigilia, temeroso de que al dormirme pudiera despertar
           mayo, y no me podía mover; sin embargo, aunque perdie­                 metido en una tumba. Y cuando finalmente me sumía en el
           ra incluso la facultad de pensar, mantenía una noción vaga             sueño, me encontraba preso en un mundo de fantasmas
           de cuanto sucedía a mi alrededor, la cual duraba hasta que             Lcnebrosos y sepulcrales.
           un nuevo síncope me traía de vuelta a la normalidad. Otras                 En una de estas visiones lúgubres, soñé que caía en un
           veces el ataque era rápido, fulminante. Me sentía marea­               estado aún más profundo de catalepsia y, de pronto, una
           do, enfermo y, abatido por los escalofríos, quedaba postra­            mano helada se posó en mi frente junto a una voz impa­
           do.  Cuando esto sucedía,  quedaba desposeído de voz y                 ciente que susurraba: "¡Levántate!". Me levanté en la os­
           movimiento durante semanas; mi universo se convertía en                curidad total y no podía ver el rostro de aquel que me lla­
           la nada misma. Mi despertar de este estado era lento, total­           maba. Mientras permanecía desorientado, sin atinar a en­
           mente contrario a lo súbito de su comienzo.  Al igual que              contrar en mis recuerdos ni el lugar ni el tiempo en que me
           los amaneceres para un mendigo que vaga lento por las                  encontraba, la mano me tomó firme por la muñeca y la voz
           calles, sin casa ni amigos, amanecía yo de estos letargos.             volvió a decir:
               Pero, aparte de la presencia de los ataques, mi salud                  -¡Levántate! ¿No te dije que te levantaras?
          era buena. Y no me hubiera dado cuenta de ellos de no ser                   -¿Quién eres? -pregunté.
          por una peculiaridad en mis sueños que podría derivar de                    -No tengo nombre en las regiones donde vivo -res-
          estos. Al despertarme, no recobraba nunca de inmediato la                pondió-. Fui un hombre y ahora soy un fantasma. Fui des­
          posesión de mis facultades y permanecía durante un tiem­                 piadado pero ahora inspiro lástima.  Sientes como rechi­
          po extraviado, con mis facultades mentales en suspención.                nan mis dientes al hablar; no es producto del frío,  es la
              En mis padecimientos no había dolor físico sino que                  noche eterna. No puedo descansar con los gritos de estas
          más bien una angustia moral. Mi imaginación se volvió                    agonías, el espectáculo es insoportable, ¿cómo puedes tú
          macabra: sólo hablaba de gusanos, tumbas, muerte, epita­                 dormir tranquilo? ¡Levántate! ¡ Ven conmigo  a la noche
          fios; y no podía apartar de mi mente la idea de ser enterra­             exterior, déjame que te muestre las tumbas! ¡Mira!
          do vivo. El pensamiento de este horroroso suplicio me ator­                  Miré, y el fantasma hizo abrir todas las tumbas de la
          mentaba día y noche. Y cuando las tinieblas de la noche                  humanidad; de ellas emanaban luces fosfóricas de la pu­
          cubrían la tierra, temblaba, temblaba como los adornos de                Lrefacción que reflejaban el triste espectáculo de los cuer�
          una carroza fúnebre agitados por el viento. Cuando al fi­                pos amortajados durmiendo con los gusanos. Y entre aque­
          nal del día me venía el cansancio, luchaba por permanecer                l los que parecían descansar tranquilos, vi a muchos que

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