Page 182 - Narraciones extraordinarias
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que pronunció al reconocerse en la sala de disección.                  rrado. Lo que voy a contar ahora no puede ser más cierto,
               Sería muy fácil seguir citando ejemplos como estos,                 pues proviene de mi propia y personal experiencia.
           pero no creo que sea ya necesario. Cuando se piensa en lo                  Durante varios años padecí de unos extraños ataques
           difícil que son estos casos y sin embargo se encuentran,                que los médicos suelen llamar catalepsia, a falta de otro
           debemos admitir que han ocurrido muchos otros de los                    nombre más característico. Los síntomas de esta enferme­
           que no nos hemos enterado. En realidad, cuando por cual­                dad, aunque varían su intensidad según los casos, son bas­
           quier razón se remueven los cadáveres de un cementerio  '               lantes conocidos; no así sus causas, por lo que su origen
           aparecen esqueletos en tan extrañas posiciones que no po-               sigue siendo un misterio.  Hay veces en que el paciente
           demos sino sospechar cosas horribles, aunque no tan ho­                 permanece en letargo sólo un día,  y en otras ocasiones,
           rribles como la realidad misma.                                         periodos más breves. En apariencia está inmóvil e incons­
               Podemos afirmar que no hay suplicio más espantoso                   ciente, pero las pulsaciones del corazón, aunque débiles,
           que el entierro antes de la muerte, pues lleva al máximo la             se perciben; así como el color en sus mejillas y un leve
           tortura física y moral. El insoportable peso sobre los pul­             calor en todo el cuerpo, incluso, si acercamos un espejo a
           mones; las emanaciones de la tierra húmeda; las adherentes              sus labios, podemos detectar una débil respiración. En otros
           vestiduras funerarias; la estrechez de la morada; la oscuri­            casos el trance dura semanas y hasta meses, mientras los
           dad de la noche; el silencio como un mar que abruma; la                 exámenes más minuciosos no logran distinguir entre el
           presencia  invisible  pero  palpable  del gusano  destructor; ,         estado de la víctima y la muerte misma. A menudo son sus
           todo esto más la idea del aire exterior; del recuerdo de los            amigos quienes lo salvan del entierro prematuro, ya que
           amigos que si conocieran nuestra situación correrían a sal­             saben que el enfermo sufría antes de catalepsia; pero sobre
           varnos, y la conciencia de que nunca podrán saberlo; la                 lodo lo salva la total ausencia de descomposición corpo­
           seguridad de que nuestro destino es el de los muertos de                ral. Por fortuna la enfermedad avanza gradualmente, y los
           verdad;  todo esto llevan  al corazón aún palpitante a un               ataques son cada vez más característicos y cada uno dura
           nivel de horror tan espeluznante, ante el cual retrocedería             más que el anterior. Gracias a este avance progresivo hay
           la imaginación más audaz. No existe sobre la Tierra un                  menos posibilidades de inhumación. El desgraciado que
           suplicio semejante, no podemos pensar siquiera que en los               tuviera su primer ataque de igual intensidad que los poste­
           Infiernos haya una agonía tan horrible. Por eso, los relatos            riores, sería inevitablemente enterrado vivo.
          de este tipo siempre causan un profundo interés, el cual                     Mi propia enfermedad no difería en ningún detalle de
          depende siempre de nuestra fe en la verdad del suceso na-                la estudiada en los libros de medicina. A veces, sin causa

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