Page 171 - Narraciones extraordinarias
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les primitivos se balacean eternamente de un lado a otro   Su silueta era indistinta, pero sus rasgos eran los de la di­
 con impresionante estrépito. De sus altas copas, gota a gota,   vinidad; porque, ni el velo de la noche, ni la luna, ni el
 se filtra un interminable rocío. A sus pies, en una inquieta   1 ocío habían podido cubrir las facciones de su cara. Su
 duermevela, se retuercen extrañas flores venenosas. Y  en   1 rente era ancha y reflexiva, sus ojos mostraban preocupa­
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 lo alto, con un susurrante sonido, nubes de plomo se preci­  ción y ,  en las escasas arrugas de sus  ·mejillas, leí las fáb ­
 pitan hacia el oeste hasta verterse en cataratas sobre el ar­  las de la tristeza, del cansancio, del disgusto de la humam­
 diente muro del horizonte. Sin embargo, ningún viento atra­  dad y del anhelo de soledad.
 viesa el cielo. Y, en las márgenes del río Zaire, no existe la   "El hombre se sentó en la roca, apoyó su cabeza sobre
 calma ni el silencio.   las manos y paseó su mirada por la desolación que lo ro­
 "Era de noche y caía la lluvia. Al caer, era lluvia; pero   deaba.  Contempló los inquietos arbustos y los inmensos
 una vez caída, era sangre. Yo estaba en el,pantano, en me:..   arboles primiti�os, el susurrante cielo y la luna carmesí.
 dio de los altos nenúfares, y la lluvia caía sobre mi cabeza,   Yo me mantuve escondido al amparo de los nenúfares, Y
 mientras los nenúfares suspiraban en la solemnidad de su   observé todos sus actos. De pronto, el hombre tembló en
 desolación.   medio de la  soledad; pero la noche avanzaba .y él conti-
 "De pronto, a través del velo de la fúnebre niebla  se   nuaba sentado en la roca.
 levantó la luna carmesí. Mis ojos se clavaron en una g�an   "El hombre apartó su mirada del cielo, y miró hacia el
 roca, que se erguía a la orilla del río, iluminada por la luz   1étrico río Zaire, sus ama1illas y sombrías aguas, Y las pá-
 de la luna. Y  la roca era gris, siniestra, altísima; y sobre   1  idas legiones de nenúfares. Escuchó el suspirar de los ne­
 ella había unos caracteres grabados. Caminé a través del   núfares y el murmullo que se alzaba de entre ellos. Desde
 pantano de nenúfares para acercarme a la orilla y leer los   mi escondite, seguí observando a aquel hombre que tem­
 caracteres de la roca.  Pero no pude descifrarlos. Decidí   blaba en medio de la soledad. Así, la noche avanzaba Y él
 retroceder, y en eso, la luna brilló con un rojo más vivo.   permanecía sentado sobre la roca.
 Me volví para mirar otra vez la roca y sus caracteres; los   "Luego, me abismé en las profundidades del pantano,
 cuales ahora decían DESOLACIÓN.   vadeando a través de la selva de nenúfares; y llamé a los
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 "Miré hacia arriba,  y en lo alto de la roca había un   hipopótamos que viven en medio de esas profu didade .
 hombre de pie. Me oculté entre los nenúfares para espiarlo.   Ellos oyeron mi llamado, acudiendo con las bestias al pie
 Era un hombre imponente y majestuoso, y desde los hom­  de la roca; allí, bajo la luna, rugieron fuerte y espantosa­
 bros a los pies, lo envolvía una toga de la antigua Roma.   mente. Yo permanecía en mi escondite vigilando al tem-


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