Page 167 - Narraciones extraordinarias
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semanas, mi aire absorto, y ponía especial cuidado en no   :ugirió esta última idea.
 dejarme solo.  Pero  al  día  siguiente  me  levanté muy   -Sí, lo comprendo; y ahora no queda más que un punto
 temprano, conseguí escaparme de él y corrí a las colinas   que me desconcierta. ¿De dónde provenían los esqueletos
 en busca del árbol. Me costó mucho trabajo encontrarlo.   que encontramos en la fosa?
 En cuanto al resto de la aventura, creo que está usted tan   -Esa es una pregunta a la  cual, igual que usted,  no
 enterado como yo.   snía capaz de contestar. Pero, la única hipótesis que se me
 -Supongo -dije- que equivocó usted el sitio en las  lla ocurrido al respecto es tan horrible como improbable.
 primeras excavaciones, a causa de la estupidez de Júpiter   S •guramente Kidd  (si fue  verdaderamente Kidd  quien
 dejando caer el escarabajo por el ojo derecho de la calavera   rscondió el tesoro, lo cual no dudo) debió de hacerse ayudar
 en lugar de hacerlo por el izquierdo.   rn  su trabajo. Pero, una vez terminado, éste pudo juzgar
 -Exactamente.  Esa  equivocación  originaba  una  rnnveniente suprimir a todos los que compartían su secreto.
 diferencia de más o menos dos pulgadas y  media con   ()uizás  un  par  de certeros  golpes fueron  suficientes,
 relación al punto exacto de la caída de la bala; pero, como   11licntras sus ayudantes estaban ocupados en el hoyo; acaso
 las líneas eran divergentes,  a los cincuenta  pies el error   11 ·cesitó una docena. ¿Quién sabe?
 había aumentado algunos metros. Sin embargo, tenía tal
 seguridad en mis convicciones, que tuve toda la tranquilidad
 necesaria para recordar que Júpiter era zurdo.
 -Pero su grandilocuencia, su actitud balanceando el
 insecto,  ¡cuán excesivamente  estrambóticas!  Tenía yo la
 certeza de que estaba usted loco. Y ¿por qué insistió en
 dejar caer el escarabajo desde la calavera, en vez de una
 bala?
 -¡Vaya! Para serle franco, me sentía algo molesto por
 sus claras sospechas respecto a mi sano juicio, y decidí
 castigarle,  a  mi  manera,  con  un  poquito de solemne
 mixtificación. Por esa razón balanceaba yo el insecto, y
 por esa razón también quise dejarlo caer desde el árbol.
 Una observación  que hizo usted acerca de su peso me


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