Page 174 - Narraciones extraordinarias
P. 174

EL ENTIERRO PREMATURO










                                                                                       Existen ciertos temas que a pesar de interesar enorme­
                                                                                    mente son demasiado horribles para ser objeto de una obra
                                                                                    de ficción; incluso, los novelistas deben evitarlos si no quie­
                                                                                    ren ofender a sus lectores. Sólo se los trata con propiedad
                                                                                   cuando la verdad histórica los sostiene.  Nos estremece­
                                                                                    rnos cuando oímos los relatos del paso de Beresina, de la
                                                                                    peste de Londres o del ten-emoto de Lisboa, de la matanza
                                                                                    de San Bartolomé o de la muerte por asfixia de los ciento
                                                                                   veintitrés prisioneros en el Pozo Negro de Cale uta. Pero lo
                                                                                   conmovedor de estos hechos es su veracidad, que son his­
                                                                                    tóricos. Si esos relatos fueran producto de la imaginación,
                                                                                    nos parecerían sencillamente repulsivos.
                                                                                       He nombrado sólo algunas de las destacadas catástro­
                                                                                    res que han azotado a la Tiena; pero en estos casos es el
                                                                                   alcance, al igual que el carácter de la calamidad, lo que im­
                                                                                   presiona vivamente a la imaginación. No debe olvidar el
                                                                                   lector que de la enorme lista de miserias humanas pude es­
                                                                                   coger muchos casos individuales aún más llenos de sufri­
                                                                                   miento; sin embargo, creo que el verdadero dolor, la real
                                                                                   desgracia, es particular y no general. ¡Demos gracias a Dios
                                                                                   misericordioso, por permitir que las hon-ibles desgracias sean


                                                                                                             173
   169   170   171   172   173   174   175   176   177   178   179