Page 166 - Narraciones extraordinarias
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semanas, mi aire absorto, y ponía especial cuidado en no               :ugirió esta última idea.
           dejarme solo.  Pero  al  día  siguiente  me  levanté muy                   -Sí, lo comprendo; y ahora no queda más que un punto
           temprano, conseguí escaparme de él y corrí a las colinas               que me desconcierta. ¿De dónde provenían los esqueletos
           en busca del árbol. Me costó mucho trabajo encontrarlo.                 que encontramos en la fosa?
           En cuanto al resto de la aventura, creo que está usted tan                 -Esa es una pregunta a la  cual, igual que usted,  no
           enterado como yo.                                                       snía capaz de contestar. Pero, la única hipótesis que se me
               -Supongo -dije- que equivocó usted el sitio en las                  lla ocurrido al respecto es tan horrible como improbable.
           primeras excavaciones, a causa de la estupidez de Júpiter               S •guramente Kidd  (si fue  verdaderamente Kidd  quien
           dejando caer el escarabajo por el ojo derecho de la calavera            rscondió el tesoro, lo cual no dudo) debió de hacerse ayudar
           en lugar de hacerlo por el izquierdo.                                   rn  su trabajo. Pero, una vez terminado, éste pudo juzgar
               -Exactamente.  Esa  equivocación  originaba  una                    rnnveniente suprimir a todos los que compartían su secreto.
           diferencia de más o menos dos pulgadas y  media con                     ()uizás  un  par  de certeros  golpes fueron  suficientes,
           relación al punto exacto de la caída de la bala; pero, como             11licntras sus ayudantes estaban ocupados en el hoyo; acaso
           las líneas eran divergentes,  a los cincuenta  pies el error            11 ·cesitó una docena. ¿Quién sabe?
           había aumentado algunos metros. Sin embargo, tenía tal
           seguridad en mis convicciones, que tuve toda la tranquilidad
           necesaria para recordar que Júpiter era zurdo.
               -Pero su grandilocuencia, su actitud balanceando el
           insecto,  ¡cuán excesivamente  estrambóticas!  Tenía yo la
           certeza de que estaba usted loco. Y ¿por qué insistió en
           dejar caer el escarabajo desde la calavera, en vez de una
           bala?
               -¡Vaya! Para serle franco, me sentía algo molesto por
           sus claras sospechas respecto a mi sano juicio, y decidí
           castigarle,  a  mi  manera,  con  un  poquito de solemne
           mixtificación. Por esa razón balanceaba yo el insecto, y
           por esa razón también quise dejarlo caer desde el árbol.
           Una observación  que hizo usted acerca de su peso me


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