Page 140 - Narraciones extraordinarias
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-¿Hacia qué lado debo ir ahora? -preguntó él.                            -¿Qué debo hacer,  en nombre del Cielo? -preguntó
              -Sigue  por  la  rama  más  ancha  de  ese  lado  -dijo              Legrand, sumido en una gran desesperación.
          Legrand.                                                                     -¿Qué debe hacer? -dije,  satisfecho  de que aquella
              El negro obedeció con prontitud, y subió, subió cada                 oportunidad me dejara manifestar mis pensamientos-. ¡ Vol­
          vez más alto, hasta desaparecer en la espesura del follaje.              ver a casa y meterse en la cama!
              -¿A qué altura estás? -preguntó Legrand.                                 -Júpiter, corta la rama con un cuchillo y dime si está
              -Estoy tan alto -replicó el negro-, que pareciera que                 muy seca -gritó Legrand, sin escucharme.
          la copa del árbol tocara el cielo.                                           -Podrida,  completamente podrida -replicó el negro
              -No te preocupes del cielo, y pon atención a lo que te                después de unos momentos-. Aunque, si estuviera solo,
           .
          digo: Cuenta las ramas que hay debajo de ti. ¿Cuántas has                 podría avanzar un poco más sobre la rama.
          pasado?                                                                       -¡Si estuvieras solo! ¿Qué quieres decir?
              -Una, dos, tres, cuatro, cinco. He pasado cinco ramas                     -Hablo del escarabajo. Es tan pesado, que si no fuera
          por ese lado, señor.                                                      por él la rama podría resistirme sin romperse.
              -Sube una rama más.                                                       -¡Maldito bribón! -gritó Legrand,  que parecía  muy
              Entonces se oyó un nuevo grito que anunciaba que el                   reanimado-. Si dejas caer el insecto, te retuerzo el cuello.
         negro se encontraba en la séptima rama .                                       -Esta bien, amo; pero no hay que tratar así a un pobre
              -Ahora -ordenó Legrand, cada vez con mayor agita­                     negro.
           . ,
         c10n-, avanza por esa rama hasta donde puedas. Si ves al­                      -Escúchame atentamente: Si te arriesgas y avanzas lo
         guna cosa extraña, avísame.                                                más que puedas por la rama, sin soltar el escarabajo, te
             En aquel momento las pocas dudas que me quedaban                       regalaré un dólar de plata.
         sobre la locura de mi amigo se disiparon por completo.                         Entre la oferta y la amenaza, Júpiter comenzó a avan­
         Me preocupaba seriamente volver a casa cuanto antes; en                    zar hasta el final de la rama.  De pronto,  se  escuchó  un
         esto reflexionaba, cuando se volvió a oír la voz de Júpiter:               grito de terror:
             -Tengo miedo de avanzar más: esta rama está total­                         -¡Ooooh! ¡Dios mío, misericordia! ¿Qué es esto?
         mente seca.                                                                    -¡Bien! -gritó Legrand, muy contento-, ¿qué ves?
             -¿Una rama seca? -interrogó Legrand, con voz tré­                          -¡ Alguien dejó su cabeza sobre el árbol! ¡ Veo un crá-
         mula por la emoción.                                                        neo cuya carne ha sido comida por los cuervos!
             -Sí; no tiene ni pizca de vida.                                            -¡Una calavera!¿  Y cómo está sujeta al árbol?


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