Page 132 - Narraciones extraordinarias
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las veo. -Júpiter, quisiera comprender algo de eso que me cuen
Y le tendí el papel sin más observaciones, para que se tas. Dices que tu amo está enfermo. ¿No te ha dicho qué
convenciera de su error. Tomó el papel, muy malhumora tiene?
do, y estaba a punto de arrugarlo y tirarlo al fuego, cuan -Él dice que no tiene nada, pero entonces ¿por qué va
do, de pronto, palideció. Examinó minuciosamente el di de un lado para otro, con la cabeza baja y la espalda curvada,
bujo por algunos minutos. Después, cogió una vela de la mirando al suelo, con el rostro pálido como un fantasma?
mesa, y siguió examinando con ansiedad el papel, dándole Y, como si fuera poco, se pasa haciendo cifras todo el tiem
vueltas en todos sentidos. No dijo nada, pero su actitud me po ...
dejó muy asombrado; sin embargo no hice ningún comen -¿Haciendo qué?
tario para evitar su mal humor. Luego colocó el pergamino -Haciendo números con figuras sobre una pizarra; las
en una cartera y lo guardó dentro del escritorio, que cerró figuras más raras que he visto nunca. Ya me estoy asustan
con llave. Recobró entonces la calma; pero su primer en do. El otro día desapareció todo el día, y cuando volvió
tusiasmo había desaparecido por completo. A medida que tenía un aire muy triste. ¡ Se ve tan desgraciado!
avanzaba la tarde, se volvía más y más abstraído. Al ver a -Pero ¿tienes alguna idea de qué le ha ocasionado esa
mi amigo en aquella actitud, juzgué conveniente marchar enfermedad o más bien ese cambio de conducta? ¿Le ha
me, sin que insistiera en que me quedase. ocurrido algo desagradable desde que no le veo?
Pasado un mes, en el que no volví a ver a Legrand, -No, no ha ocurrido nada desagradable desde enton
recibí la visita de Júpiter. Nunca había visto al buen hom ces, sino antes; sí, eso temo: el mismo día en que usted
bre tan decaído, y temí que le sucediera algo malo a mi estuvo allí.
amigo. -¡Cómo! ¿Qué quiere decir?
-Y bien, Júpiter. ¿Cómo está tu amo? -Estoy seguro de que el señor ha sido picado en algu-
-Nada de bien, señor. na parte de la cabeza por ese escarabajo de oro.
-¡Qué dices! ¿De qué se queja? -¿ Y qué motivos tienes, Júpiter, para hacer tal suposi-
-¡Ahí está el problema! No se queja de nada; pero, de ción?
todas maneras, está muy enfermo. -No he visto nunca un escarabajo tan endiablado; coge
-¡Enfermo, Legrad! ¿Está en la cama? y pica todo lo que se le acerca. El señor lo tomó ... , pero
-No, no, no está en la cama. No está bien en ninguna enseguida le soltó, se lo aseguro ... Yo creo que le ha pica
parte. do. La cara y la boca de ese escarabajo no me gustan; por
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